De novato a novela

Un nuevo oyente ha comenzado hace pocos meses a escuchar el podcast, y yo respondo con tardanza a una larga consulta que me hizo entonces. La resumo aquí:

Comencé a tener ganas de escribir ficción e hice mis pinitos… Bosquejado el terreno, escribí 4 páginas. No me gustaba cómo estaba quedando, por lo que mostré mi escrito en un par de foros. Aprendí mucho gracias a los consejos de los foreros y lo que en principio eran 3 páginas acabaron siendo 13, enriqueciéndose mucho la narración original. […] Comencé el capítulo 2 del que escribí 4 páginas. Entonces me dije: «el capítulo 1 […] lo he corregido. El capítulo 2 no lo ha visto nadie y es mío integramente. Si he aprendido algo en este tiempo, un lector no notará [una bajada de calidad] con respecto al capítulo 1. He de hacer la prueba.» No obstante, todos discreparon [de] mi idea. ¿Qué crees que debería hacer?

Amigo Álvaro, bienvenido al taller y gracias por la consulta. Lo que pretendes es escribir una fantástica primera novela, que no es empresa pequeña. Pero ¿sabes qué? Escribir una primera novela pésima también tiene muchísimo mérito. Cuanto más disfrutes del proceso, más satisfactorio será el resultado, y cuantas más preocupaciones, dudas y cambios de dirección te asalten, más riesgos corres de que el producto final sea inconexo o irregular.

Como ya sabrás si has seguido escuchando el podcast, la narrativa tiene muchas capas. Si pules y vuelves a pulir las primeras páginas, estarás trabajando facetas del ritmo, la presentación de personajes, el estilo… pero ¿qué hay del arco dramático, la trama, los puntos de giro y tantos otros aspectos de la novela que solo se aprecian a lo largo de decenas o cientos de páginas?

Has tenido la suerte de encontrar lectores interesados que te han dado unas críticas, al parecer, muy constructivas. ¡Enhorabuena! En mi experiencia, los «lectores cero» como tú los llamas (aquellos que leen una nueva versión de tu obra sin haber leído la anterior) no brotan de una fuente inagotable y no dispondrás de ellos cuando los necesites, cuantas veces los necesites. Incluso si los tuvieras, ¿dispondrías del tiempo para aplicar cada una de sus sugerencias? En algún momento hay que cerrar la puerta, apagar el teléfono y sentarse a escribir. Sin parar.

En Hollywood se dice que hay que escribir al menos mil páginas (o sea: diez largometrajes) antes de parir un guión que sea digno de rodarse. Claro, todos queremos escribir una primera novela digna de publicarse, pero en mi opinión la parte más importante es escribir la primera novela. En el proceso aprenderás más que con todas las opiniones de internet entero. ¡Ánimo y suerte!

(English) Making the leap

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Y ahora, ¿qué hago con mi novela?

Si alguien no sabe qué regalarme esta navidad, ahí va una idea.

Ya tenemos una novela escrita. ¡Enhorabuena!

Ahora, ¿qué hacemos con ella?

Revisarla, sí, claro… pero ¿y después?

Ya hemos hablado muchas veces de certámenes, editoriales, agentes y otras formas de darse a conocer. Esta vez vamos a echar juntos un vistazo a cómo está el mundillo de la publicación en digital.

Autoedición

Lógicamente las primeras plataformas que vienen a la cabeza son Amazon con su Kindle Store y Apple con la iBookStore. A la primera ya me enfrenté, y a la segunda pienso enfrentarme estos días. De ambas experiencias espero hablaros con mayor profundidad en los próximos días, pero os dejo con un adelanto: en Amazon es posible, en iTunes, no lo parece.

Sellos digitales

La gran novedad es el salto cuantitativo y cualitativo que parecen estar teniendo las editoriales o los sellos exclusivamente digitales. Planeta ha lanzado dos sellos temáticos destinados expresamente a publicar autores noveles en formato digital. Se llaman Zafiro (novela romántica) y Scyla (fantasía, ciencia ficción y terror), y en su área «Conócenos» podrás leer las condiciones para la realización de envíos. Ediciones B da un paso parecido con B de Books, pero por desgracia no ofrecen en su web ningún método de contacto para nuevos autores (al  menos de momento).

Lo importante es que el mercado se mueve, y por fin las editoriales empiezan a hacer frente al gran escollo que ha sufrido la literatura en digital desde su inicio:

Esta chica se autoeditó en Amazon y ya pasa del millón de copias vendidas

Los precios

Venía siendo habitual que el libro descargado resultase más caro que el impreso (sobre todo cuando el título en cuestión ya se había editado en bolsillo). Aunque a veces es preferible la edición electrónica (sobre todo por la comodidad para leer novelas de gran volumen en el bus o para llevarse varios libros de viaje), en el fondo los lectores no podemos evitar sentir que estamos recibiendo menos por más, sobre todo tras haber pagado ya un buen pico por el dispositivo lector.

Al fin, los precios en España y en el mundo parecen estar bajando. La última novela de Javier Marías cuesta en Amazon.es 18,52 € en formato impreso y 12,34 € en formato digital, un ahorro del 33%. La ley española del precio fijo se aplica para cada edición por separado, y así, del mismo modo que un título cuesta más en pasta dura que en pasta blanda, también es legal fijar un precio diferente para la edición electrónica. Ya era hora de que se hiciera. Planetadelibros parece tener siempre un precio inferior en sus ePub que en sus ediciones de bolsillo. Los nuevos sellos exclusivamente digitales van más allá: B de Books se ha fijado un techo de 9,99 euros para sus ediciones; en Zafiro y Scyla los precios oscilan entre 0,99 y 4,99 euros.

¿Va esto en beneficio o en detrimento de los nuevos autores? ¿Conocerá tu novela el éxito que conoció Amanda Hocking o será malvendida, impidiendo quizá su distribución por cauces convencionales más rentables? Es pronto para saberlo, pero las posibilidades… ahí están. ¿Las exploramos?

Primeras traducciones

Mi labor profesional y mis denuedos literarios han estado casi siempre alejados, pero parece que ambos caminos cada vez se acercan más. Desde hace unos meses, se han cruzado en un nuevo puesto como traductor, una tarea con la que he jugado desde hace tiempo (por ejemplo con Dork Tower) pero con la que nunca me había ganado la vida. Ahora traduzco ocho horas al día y es fácil ver cómo este aprendizaje me sirve también de entrenamiento como escritor.

Leí una vez a Javier Marías comentar que traducir es, para un escritor, todo un lujo. Venía a decir que poder escribir a Shakespeare o a Joyce en tu lengua es el mejor ejercicio de escritura imaginable. Te da el mapa de una historia frase a frase, y tú tienes que encontrar la forma de expresarla en tus palabras. ¿No es eso a veces lo que nos pasa? Tenemos la idea y no sabemos volcarla sobre el papel.  Aquí dice Marías:

A mí no me parece que haya tanta diferencia entre traducir y escribir. Evidentemente hay un grado de libertad menor en la traducción, pero hay siempre una cierta libertad; y lo que es el trabajo definitivo, el trabajo sobre la prosa que va a producir el resultado final, para mí es el mismo. El traductor tiene muchas inseguridades, pero tiene la seguridad de contar con un texto original que no tiene que inventar, al cual ha de ceñirse lo más posible. Al escritor, en cambio, le puede fallar su propia invención; puede encontrarse muy desorientado, tener que hacer una pausa y esperar unos días. La del traductor es una tarea que se puede comparar con la del intérprete musical: tiene muchas dificultades a la hora de interpretar una pieza, pero siempre tiene la partitura, sabe que la partitura no va a desaparecer.

Al traducir videojuegos, me enfrento a diario a infinidad de personajes cuyas voces requieren diversos registros; a descripciones que deben ser al mismo tiempo precisas y evocadoras; a textos técnicos y literarios por igual. Y estoy seguro de que este malabarismo verbal que hago a diario en la cabeza entrenará músculos que me serán muy útiles cuando llegue el momento de contar mis propias historias.

Mi primera experiencia ha sido en Xenoblade Chronicles para la Nintendo Wii, que sale al mercado europeo esta semana. Si te acabas el juego (lo que puede llevarte más de cien horas) y te quedas a ver los créditos, verás que mi nombre no aparece entre los traductores sino entre los testers, ya que no cambié de departamento hasta que el proyecto estaba ya muy avanzado. De ahí que mi posible influencia sobre los textos finales haya sido muy pequeña (además de que ha sido un equipo de trabajo especialmente grande ¡y competente!). Mi experiencia personal, en cambio, no ha sido tan pequeña, y me ha servido para coger con fuerza el proyecto actual, del que ya os hablaré más adelante. Por el momento, que no os sorprenda si me veis hablando de traducción de vez en cuando.

Fijarse un estándar literario

En la Islandia de hace un siglo, una anciana le dicta una carta Álfgrímur.

Componer aquel documento habría de convertirse en una tarea titánica. La mujer era tan fastidiosa al elegir las palabras que me hacía tacharlo todo tan pronto como lo había escrito.

– Tira ese desastre a la basura -solía decir.

Y las pocas líneas a duras penas que habíamos compuesto quedaban relegadas al olvido. Así durante días y días. Nunca conseguimos ser suficientemente meticulosos al expresar el tipo de sobras con las que debe alimentarse a un becerro. Al anochecer estábamos tan agotados que solo nos faltaba entrar en coma; y entonces rompíamos el resultado del día entero. La mujer debía ser descendiente de Snorri Sturluson. Algo es seguro, y es que nunca nos desviábamos del modelo más estricto de la prosa islandesa. Incluso hoy día, cuando escribo algo, aún me viene a la mente esta mujer. Nunca se dio cuenta, la pobre, de que uno puede fijarse un estándar literario tan alto que se vuelve imposible emitir palabra o gruñido alguno más allá de, como mucho, un A-a-a. Estas sesiones de escritura acababan a menudo con la mujer teniendo uno de sus ataques. Yo salía del cuartucho, derrotado, con la pluma y los papeles, y cerraba la puerta.

de «El concierto de los peces«, del premio Nobel islandés Hálldor Laxness

Principiantes

Corre últimamente por los tumblr del mundo esta imagen. Dicen que fue William Shakespeare el que aseguró que «no puede uno nunca fiarse de las citas que corren por internet» pero, ignorando por una vez al bardo, vamos a ver qué dicen que dice este tal Ira Glass.

Nadie le dice esto a los principiantes. Ojalá alguien me lo hubiera dicho a mí. Todos los que realizamos algún tipo de trabajo creativo empezamos a hacerlo porque tenemos buen gusto. Pero existe esta laguna. Durante tu primer par de años produces material que simplemente no es bueno. Intenta ser bueno, tiene potencial, pero no llega. Pero tu buen gusto, ese instinto que te trajo hasta aquí, no cierra la bocaza. Es tu buen gusto el que hace que tu obra te decepcione. Mucha gente nunca supera esta fase; abandonan. La mayoría de la gente que conozco que hace cosas interesantes y creativas sufrieron esto durante años. Sabemos que nuestros trabajos no tienen ese algo especial que queremos que tengan. Todos lo hemos sufrido. Y si estás empezando y estás en esta fase, tienes que saber que es normal y que lo mejor que puedes hacer es seguir trabajando mucho. Ponte un plazo y acaba una pieza cada semana. Con un buen volumen de trabajo cubrirás esa laguna y tu obra estará a la altura de tus ambiciones. Yo tardé en aprender esto mucho más que nadie que conozca. Lleva tiempo. Es normal que lleve tiempo. Pero tienes que abrirte paso.

El bloqueo del fontanero

Me ha encantado esta cita:

No creo en el bloqueo del escritor. Los fontaneros no sufren el bloqueo del fontanero. ¿Por qué tenemos que ser los escritores la única profesión que llama de una forma especial a la dificultad de trabajar?

Philip Pullman