De mayor quiero hacer juegos

Hazlo tú mismo

Si quiero escribir videojuegos, ¿qué tengo que hacer?

Pues como si quieres trabajar en cualquier otra actividad, para lograrlo tienes que hacer una sola cosa: convertirte en un profesional. Y para aprender, hay dos caminos: estudiar o practicar.

Conforme la industria crece (y dicen que los videojuegos ya mueven más dinero que el cine o la música) van surgiendo más cursos específicamente orientados al sector. A botepronto me viene a la cabeza sólo Gametopia en Madrid (que también ofrece talleres online) pero unas búsquedas en Google os proporcionarán resultados para tu zona. No puedo recomendar ninguno porque no tengo referencias. Como en todo nuevo negocio, habrá aficionados intentando sacar partido del vacío existente y auténticos profesionales con deseo de afianzar la industria. Pedid referencias del profesorado y estudiad a fondo las ofertas antes de soltar la pasta.

El problema es que en la mayoría de los casos, las empresas tampoco sabrán si lo que has estudiado vale algo o no. Así que para demostrar lo que sabes, la práctica te será más útil. Cancela tu suscripción a Hobby Consolas o cualquier otra revista que se dedique a reproducir los comunicados de prensa de las distribuidoras (que son la mayoría), y busca publicaciones con ojo crítico que no hablen sólo de títulos sino también de industria. Localiza los pocos libros que se publican sobre el tema y empápate. Juega a géneros diversos en todas las plataformas del mercado, y analiza esos juegos: qué giros funcionan, qué trucos te distraen, sus aciertos y fallos, cómo se gestaron.

Pero sobre todo, rodéate de gente con tu mismo interés y crea juegos. Tu mejor tarjeta de presentación frente a una compañía serán tus trabajos terminados. No se contrata a un ilustrador por la promesa de sus bocetos: hay que presentar juegos completos.

¿Pero cómo quieres que haga un juego, estás loco? ¡Si yo lo único que sé es escribir! ¡Ah, nadie dijo que fuera fácil! Tendrás que aprender algo más. Mañana te cuento qué y sobre todo por qué.

Novedades

Yo con una cámara. ¡Peligro!

Damos por concluida la semana monográfica dedicada a Frank McCourt. Espero que os haya gustado. Como siempre, si tenéis interés en los libros, podéis adquirirlos a través de los enlaces que proporciono para que un pequeño porcentaje vaya destinado a cubrir los gastos del taller.

La semana ha servido también para inaugurar dos nuevas tendencias:

  • Primero, la menos evidente: utilizar mis propias fotografías para ilustrar (o al menos acompañar) los textos. En efecto las fotos del jueves y el viernes son de mi propia cosecha. Venía utilizando el socorrido Google Images, pero empezaba a cansarme del copia-pega impersonal. Como este taller habla de palabras no siempre hay una imagen clara que ilustre la discusión, pero creo que el blog gana mucho con la inclusión de imágenes, así que espero que la ocasional incorporación de fotografías propias haga la selección de imágenes, si no más relevante, al menos sí más única o personal.
  • La segunda novedad de la semana, evidentemente, ha sido el monográfico propiamente dicho, o el hacer una serie de entradas a modo de largo artículo, según como prefiráis llamarlo. La siguiente serie estará lista muy pronto, y si tenéis amigos aficionados al cómic ya podéis ir avisándoles de que estén al tanto… No digo más.

Por último, comentar que siguen las obras de esta web. Por esta razón, es posible que se hayan duplicado los audios del podcast en vuestro iTunes, por lo que os pido disculpas. Si es tu caso y quieres liberar ese espacio no tienes más que borrar una de las copias (el feed seguirá funcionando normalmente). Si encontráis cualquier otro error (ausencia de imágenes o enlaces rotos) agradecería que me lo comunicáseis mediante el formulario de contacto. ¡Gracias a todos y que paséis buen finde!

Padres muertos III, el abuelo vivo

Usted tiene suerte, señor McCourt. Tuvo esa infancia miserable y así tiene algo sobre qué escribir. ¿De qué vamos a escribir nosotros? Lo único que hacemos es nacer, ir a clase, ir de vacaciones, ir a la universidad, enamorarnos o algo, graduarnos y seguir alguna profesión, casarnos, tener esos dos coma tres hijos de los que usted habla siempre, mandar los niños al colegio, divorciarnos como el cincuenta por cierto de la gente, engordar, sufrir el primer infarto, jubilarnos, morir.

Jonathan, esa es la visión más triste de la vida americana que haya oído en un aula. Pero acabas de listar los ingredientes de la gran novela americana. Has resumido las novelas de Theodore Dreiser, Sinclair Lewis, F. Scott Fitzgerald.

Creían que estaba bromeando.

Esa es la gran diferencia entre la literatura de género y la literatura «seria» o «de autor». En esta última, el contenido no importa tanto como el punto de vista. Si eres capaz de retratar acontecimientos cotidianos de una forma única, como sólo tú eres capaz de expresarlos, te has ganado un hueco en el olimpo de los escritores.

Así que sal, vive la vida, arranca la antena de la tele y haz todo lo que Jonathan dice, y además otro tanto, todo lo que puedas. Y si todavía te falta experiencia, canibaliza la experiencia de los demás.

Detalle del grupo escultórico "Rent Collection Courtyard" exhibido en el museo Schirn, Frankfurt (2009)

Siéntate con tu abuela. Deja que te cuente su historia. Todas las abuelas y abuelos del mundo tienen historias y si les dejas morir sin ponerlas en negro sobre blanco eres un criminal. Como castigo serás desterrado de la cafetería del instituto.

Sí, ja ja.

Padres y abuelos recelan de este súbito interés en sus vidas. ¿Por qué me haces tantas preguntas? Mi vida no es asunto de nadie y lo hecho, hecho está.

¿Qué hiciste?

No es asunto de nadie. ¿Es otra vez ese profesor tuyo? […]

Otros vuelven con historias de cómo le hacen a sus viejos una pregunta sobre el pasado y la presa revienta. Los ancianos no paran de hablar, siguen hasta la hora de irse a la cama y más allá, expresando el dolor de la pérdida, añoranzas por el Viejo Continente, amor por América. Las relaciones familiares se redefinen. Milton a sus dieciséis años ya no subestima al abuelo.

En la Segunda Guerra Mundial el abuelo hizo cosas increíbles. Como enamorarse con la hija de un oficial de la SS, que casi le matan por ello. […] Todos estos años el abuelo se sienta en su esquina y yo nunca le hablo ni él me habla a mí. Su inglés sigue sin ser gran cosa, pero eso no es excusa. Ahora le tengo en mi grabadora y mis padres, mis propios padres por el amor de Dios, preguntan, ¿Para qué te molestas?

Incluso nosotros, los escritores, somos como nuestros viejos: no creemos que nuestras historias importen. ¿Pero importan? La de McCourt es relevante, y sus libros se han vendido por millones.

Escribe. Tú eres el próximo.

Padres muertos II, alunizaje

Ayer vimos cómo una escena aparentemente trivial, incluso poco creíble, puede acarrear en realidad una fuerte carga emocional. Y eso no se consigue con grandes palabras abstractas que enfaticen los sentimientos de los personajes. Sólo necesitamos tener los datos apropiados, y de nuestra propia experiencia extraeremos el cómo sentirnos al respecto: el dolor de perder a un padre, el contraste entre la cena y el hospital, la soledad. Es el viejo «muestra, no expliques». Así es como construimos historias, escena a escena, añadiendo a lo que sabemos de antes. Fijaos cómo el diálogo no contiene marca alguna, sin embargo siempre sabemos quién está hablando y más aún, que el profesor se muestra escéptico frente a las respuestas de Daniel, todo a través exclusivamente se sus palabras.

Aquí tenemos otra historia sobre padres enfermos de otra estudiante de McCourt. El fragmento proviene del capítulo 16 de «El Profesor»:

photo by Álex Hernández-Puertas

Phyllis escribió una redacción sobre la noche en que Neil Armstrong llegó a la luna, y cómo su familia, reunida para la ocasión, daba viajes del televisor del salón al dormitorio donde su padre agonizaba, de un lado para otro, preocupados por el padre pero también por no perderse el alunizaje. Phyllis dijo que estaba con su padre cuando su madre llamó para que viera a Armstrong poner pie en la luna. Corrió al salón donde todos vitoreaban y se abrazaban hasta que sintió el impulso, un impulso primitivo de correr al dormitorio, donde encontró a su padre muerto. No gritó, no lloró, y todo su problema era cómo volver al salón para decirle a aquella gente tan feliz que papá se había ido.

Esto podría ser un microrrelato en sí mismo, porque cuenta más de lo que contiene: empieza antes del principio (podemos imaginar la larga enfermedad, los preparativos de reunir a la familia para el gran acontecimiento) y continúa más allá del final (cuando se sabe la noticia y las sonrisas se desdibujan).

Pero no hay que confundir una escena con un microrrelato o con una novela. Son cosas distintas. Difícilmente se puede construir una novela por muy buenas que sean sus escenas si las conexiones lógicas (y emocionales) no son satisfactorias. Y tampoco se puede decir que se dominan los fundamentos de la narrativa si sólo se juega a las adivinanzas de los microrrelatos.

Si algo le falta a los libros de McCourt es un sentido de la dirección, pero se les perdona porque son no-ficción. Los elementos autobiográficos pueden traer color y emoción a tu historia, le pueden imbuir (casi literalmente) vida, pero la vida real pocas veces tiene propósito, trama, dirección, sentido, tema. La ficción se alimenta de estos elementos. Manipúlalos a tu conveniencia. O como reza el dicho, nunca dejes que la verdad te estropee una buena historia. Estoy seguro de que ni el propio McCourt lo hizo.

Lost. Execute.

 

 

El canal Cuatro ha invitado a los fans de PERDIDOS a crear carteles para la sexta temporada de la serie utilizando exclusivamente material propio. Sobre esa premisa me saqué de la manga este cartel.

En el momento de escribir estas líneas, la imagen preside la selección de favoritos que ha hecho la propia web.

Además, si nada se interpone, la imagen será publicada este fin de semana, junto con otros carteles seleccionados, en EP3, el suplemento cultural del diario El País. ¡Conseguidme una copia!

Aprovechando la feliz circunstancia, he abierto una nueva sección, pequeñita, dedicada a mis trabajos fotográficos publicados.

Exposición fotográfica

Cartel de la exposición GR-Flickr-08De 1 al 15 de octubre, la sala de exposiciones Rey Chico (Granada) acoge la muestra GR-Fickr-08, donde se exhibe una selección de un centenar de fotografías, entre las que se han seleccionado dos de Álex Hernández. La inauguración ha sido noticia en los principales medios de comunicación locales (Granada Digital, Granada Hoy, Ideal Digital y Radio Granada).

Foto 1

Foto 1