He encerrado a mis demonios en un libro.
No temas. No lo abras.
Sus páginas quedaron repletas de emergencias.
Quémalo una madrugada de noviembre,
a la orilla del mar a ser posible,
con la luna oculta tras las nubes, y en silencio.
Si un viento fuerte sopla del oeste,
no te asustes, no te muevas,
ni el verbo más mordaz podría alcanzarte.
Deja que mi obra se consuma como el tiempo,
como un frondoso bosque de tildes y vocales.
Las llamas se alzarán como polvo de accidentes.
Las cenizas habrán sido poesía, que fue papel,
tinta, dolor, el papel había sido madera,
la playa fue una vez un millón de relojes.
Yo te estaré esperando, no me llames,
estira como el cobre mi paciencia:
la tensión, como yo, será invisible.
Pero yo ya me he deshecho de demonios
y tengo un diario nuevo,
completamente en blanco.
2º Premio, XVI Premio de Poesía Juan Cervera (2003)
Publicado en Revista de Feria, Excmo. Ayuntamiento de Lora del Río, pag. 36
Años más tarde adapté este texto como letra de la canción «Mañana», que puedes escuchar aquí.