Os recomiendo dedicarle unos minutos a leer este enlace:
http://mercedespinto.wordpress.com/2014/04/12/captados-en-amazon-esclavos-de-la-pluma/
Aporta un punto de vista interesante al tan manido tema de la autoedición y la búsqueda de editorial.
Os recomiendo dedicarle unos minutos a leer este enlace:
http://mercedespinto.wordpress.com/2014/04/12/captados-en-amazon-esclavos-de-la-pluma/
Aporta un punto de vista interesante al tan manido tema de la autoedición y la búsqueda de editorial.
Hay quien dice que escribir es su vida, su pasión, su esto y lo otro, su blablablá. Lo dicen escritores consagrados y autores aficionados.
Para otros, en cambio, ganarse la vida plantando letras una detrás de otra es una carga insufrible, y esto es algo que no se suele ver. Era el caso de Frederica Sagor Maas, fallecida hace escasas semanas a la fabulosa edad de 111 años. Guionista en Hollywood desde los tiempos del cine mudo, sus textos lanzaron la carrera de más de una estrella de la época. Ella, en cambio, solo recordaba en sus memorias «el chauvinismo, la misoginia y la discriminación a la que se vio sometida como mujer en esta industria en los años veinte», como resume el obituario que le dedica El País.
Su filmografía en IMDB recoge la mayoría de sus títulos como «sin acreditar»:
Algunos de aquellos guiones llevaban muchas horas de trabajo, pero en el momento en que los entregabas, el reconocimiento se lo llevaba otro. Y, además, te etiquetaban de conflictiva. Las opciones eran cerrar la boca o dejar la industria.
En 1950 lo hizo. Entró a trabajar como mecanógrafa en una agencia de seguros y rápidamente se labró una exitosa carrera. El País concluye:
La guionista nunca se arrepintió de su decisión y en una de sus últimas entrevistas aseguró que si pudiera echar marcha atrás volvería a dejar esta industria «sin sustancia» y se dedicaría a fregar escaleras.
Quizá sea un consuelo para aquellos de nosotros que no nos ganamos la vida escribiendo. O como dicen en las películas Disney, ten cuidado con lo que deseas.
La tienda de libros electrónicos por excelencia es hoy día y a nivel mundial Amazon. Su lector Kindle es el más vendido, el que más se ve en buses, trenes, aviones y playas, también el que dispone de la biblioteca más grande y las cifras de venta más suculentas, y en todo ello está a gran distancia de sus competidores. Sin duda, es una opción más que tentadora para autopublicarse. Por si fuera poco, tus lectores ni siquiera necesitan poseer un Kindle para acceder a tus obras ya que existen aplicaciones gratuitas que permiten leer formatos Kindle en ordenadores Windows y Mac, dispositivos Android, teléfonos iPhone y tabletas iPad (Amazon.com ofrece además aplicaciones para Windows Phone 7 y BlackBerry).
Hace unos meses logré publicar La Reforma Incompleta en las tiendas Amazon de Alemania, Reino Unido y Estados Unidos, así, por separado, porque hasta ahora, la tienda con la que tuvieras asociado tu lector Kindle limitaba la variedad de títulos disponible, y yo quería que mi título estuviera disponible en todas partes. Sin embargo, lo primero que he aprendido mientras preparaba este artículo es que esas barreras han desaparecido. Pretendía subir la misma obra a la nueva tienda Kindle de Amazon.es, para iros contando el proceso, pero veo que ya está disponible. ¡Aquí las cosas son más fáciles que en la iBookstore de Apple! Vamos enconces a subir algo nuevo, ¡mi primera autopublicación, una novela inédita! Se titula La vida pese a todo. Lo hago solo por vosotros, ¿eh?
Por supuesto, lo primero es estar registrado en Amazon. Con ese nombre de usuario podemos entrar en Kindle Direct Publishing (disponible en español, al parecer, desde hace tan solo una semana). La primera vez tendremos que registrar nuestros datos personales. Ya pasé por este proceso hace tiempo así que no recuerdo los detalles, pero no debió de ser muy complicado.
Lo más importante es introducir los datos de cobro para recibir nuestros royalties. Podemos elegir el pago mediante cheque o transferencia bancaria, lo cual se hace por separado para cada tienda. Amazon.com solo realiza transferencias a bancos en Estados Unidos, así que la mayoría de nosotros tendremos que elegir el pago por cheque. Para el resto de tiendas (UK, DE, ES, FR, IT) podemos introducir el código internacional de nuestra cuenta bancaria (IBAN + BIC) para recibir los ingresos en transferencias mínimas de 10 euros.
Por fin, podemos pinchar en «Biblioteca», donde podremos comenzar nuestras publicaciones. Pinchamos en «Añadir un nuevo título» y se nos pedirán todos sus datos: título, descripción (sinopsis, premios recibidos o cualquier otra información de interés para el comprador), idioma, categorías y etiquetas (tags). Además, por supuesto, tendremos que subir nuestro libro y, si la tenemos, nuestra portada. El libro debe estar en formato DOC de Word, sin paginación, encabezados o pies de página, pero somos libres de usar centrado, cursivas, negrita, etc. Un botón te permitirá previsualizar cómo se verá tu texto en un Kindle. Asegúrate de que no haya saltos de línea extraños u otros problemas de formato. Aun así, no te preocupes demasiado por que todo quede perfecto porque, si más tarde no te convence cómo queda algo en la web, siempre puedes volver a tu Biblioteca a cambiarlo.
Donde Apple nos requería un sinfín de parafernalia legal, Amazon simplifica tanto el proceso que hasta el ISBN es opcional. Para quien quiera saber más, os prepararé un entrada sobre el ISBN, aunque ya adelanto que no lo veo necesario para publicar en Amazon.
También hay una opción llamada KDP Select. Si decides unir tu obra a este programa de préstamo, te comprometes a ofrecerla en exclusiva para Kindle durante 90 días. A cambio, tu título entrará a formar parte de una biblioteca de préstamo de la que nunca había oído hablar (esto habrá que investigarlo) y podrás promocionarlo gratuitamente durante 5 de esos 90 días (esto habrá que probarlo). Doy de alta en el programa KDP Select tanto La vida pese a todo como los textos inglés y español de La Reforma. Si pasa algo interesante, ya os contaré.
Le damos a «Guardar y continuar». En la segunda página elegimos en qué lugares del mundo ofrecer nuestra obra. Si tienes contratos con agentes o editoriales para distribución en tal o cual país, tendrás que excluir esas regiones de tu selección. De lo contrario podemos directamente autoeditarnos en «todo el mundo». ¿A que suena genial?
A continuación, fijamos los precios. Esto tiene truco. Amazon quiere garantizarse un ingreso mínimo por venta. Así, no permiten un precio inferior a 0,99 $ (no podemos regalar nuestras obras, aunque creo que podemos hacerlo durante esos 5 días mediante el programa KDP Select). Entre 0,99 y 2,98 $, te ofrecen un 35% de los royalties. Es solo a partir de 2,99 $ cuando Amazon te ofrece el afamado 70% del precio de venta. Al precio que tú decidas se sumarán los impuestos correspondientes a cada territorio (en el caso de Europa, el IVA de cada país).
Por último puedes elegir si tu libro estará disponible para préstamo, aunque me temo que es indiferente porque no creo que haya muchos propietarios de un Kindle que estén usando esta opción, ya que es relativamente nueva. Amazon la implantó para quitarse el sambenito de que los libros digitales deben costar menos porque no se pueden prestar. Pues ya sí. Si tú quieres.
¡Y se acabó! No sé para qué os he acompañado durante todo el proceso cuando es sencillísimo y, lo mejor, está todo en castellano. Pinchamos en «Guardar y publicar» y listo. Eso sí, hay que esperar un poco. El libro queda «en revisión». En mi experiencia, tardan un par de días, y en efecto, ya tenéis en todas las tiendas Amazon La vida pese a todo. ¡Espero que os guste!
Llevo unas horas peleándome con la iBookStore a ver si consigo publicar algo. Leo los requisitos en varios blogs: se necesita solicitar un ISBN, convertir el texto al formato ePub y subirlo a la Apple Store. Los primeros dos pasos parecen factibles. Del ISBN hablaré estos días, aunque os dejo caer ya que el proceso, que venía siendo gratuito, empezará a cobrarse a partir de este mes de diciembre. Convertir un documento a ePub es fácil con el programa Calibre, disponible para la mayoría de plataformas. Pero la Apple Store se me resiste. Si alguien ha tenido éxito, que nos cuente su experiencia, pero aquí va mi desalentadora historia.
Primero necesito una Apple ID: ningún problema, es como registrarse en cualquier página web.
Luego necesito entrar a iTunes Connect, que es donde, al parecer, se esconde la herramienta para subir tus libros a la tienda de Apple (herramienta solo disponible para Mac, dicho sea de paso). Primer problema: para registrarme en iTunes Connect me exigen un U.S. Tax ID expedido por la IRS (Internal Revenue Service, o sea, Hacienda), lo que sería el equivalente estadounidense a un Código de Identificación Fiscal (CIF). En teoría, lo puede solicitar cualquiera. En la práctica, no encuentro manera.
Investigo. La web de la IRS ofrece la solicitud online de un EIN (Employer Identification Number), pero no para extranjeros, porque requiere Social Security Number (SSN, número de la seguridad social) o un Individual Taxpayer Identification Number (ITIN, algo así como «código de contribuyente»). El primero no parece que se pueda conseguir sin trabajar en Estados Unidos, y el segundo parece que sí se puede solicitar desde el extranjero, pero no online.
¿Me vais siguiendo? Porque yo, a estas alturas, ya me he rendido. Después del despliegue mediático que a principios de octubre nos prometía que la iBook Store de Apple abría sus puertas a los autores independientes en España, esta experiencia es, no ya un jarro, es una palangana entera de agua fría.
¡Ah, pero hay agregadores de contenidos! Son empresas que hacen el papeleo por ti, suben tu libro a multitud de tiendas y se quedan una pequeña comisión. Apple ofrece dos, vamos a probarlos. Visito la web del primero y solo encuentro un formulario que parece destinado a editores más que a autores. Lo relleno a ver qué pasa. Veinticuatro horas después no he recibido ni un triste acuse de recibo. Ya os avisaré si hay novedades. (Actualización: en efecto a los pocos días recibo una denegación de mi solicitud, que explica que solo sirven a editoriales).
La segunda web incluye un sucinto resumen de sus funciones y exige que les envíes tu obra en ePub junto con tus datos si quieres recibir más información. Quizá sea un poco abusar, pero imagino que así filtran a los curiosos y se quedan solo con gente que realmente tiene algo escrito. Convierto La Reforma Incompleta a ePub (como ya está publicada, me da menos reparo mandarla a desconocidos) y me registro. Recibo un email:
Dear Álex Hernández-Puertas,
Thank you for your request. We will contact you as soon as it is processed.
Best regards
Exactamente dos horas después, recibo otro email:
Dear Álex Hernández-Puertas,
We are sorry, but we cannot process your request now.
Best regards
¿Y esto qué significa? ¿Que el formato del ePub era incorrecto? ¿Que no les gusta mi libro? ¿Que les caigo mal? ¿Que el sistema se ha caído? ¿Que solo quieren editoriales y pasan de autores que quieren autoeditarse? Los agregadores también me han fallado. Me rindo. Que publique otro. No queda esperanza. La Humanidad tira sus iPads al mar. El sol se pone en el horizonte.
Entre los artistas inquietos que aquí nos reunimos no solo hay gente de letras. Para aquellos de vosotros con inclinaciones pictóricas, aquí os traigo esta lista de «las 50 mejores novelas para estudiantes de arte«, discutible como toda lista pero llena de pequeñas joyas, muchas de ellas poco conocidas, y todas plagadas de pintores con la excepción a modo de invitados especiales de un dúo de creadores de cómics y un arquitecto. Hay historia y ficción, negocio e introspección. Explorad, y a ver qué me recomendáis. ¿Echáis algún título en falta?
Un primer vistazo al diario online La Información es suficiente para revelar el aire desenfadado que gastan sus redactores. Con ese escepticismo bajo el brazo, aunque agradeciendo que tengan como noticia de cabecera unas declaraciones de la finalista del Premio Planeta, buceamos en un interesante especial que han titulado España en 50 gráficos.
Y ya más concretamente, en la sección de Cultura del especial, encontramos los consejos para jóvenes escritores de ocho autores diferentes. Les cedo la palabra.
Carlton Cuse, segundo padre de Perdidos, estuvo hace pocos días en Madrid impartiendo un curso sobre televisión.
Si alguien tiene algo que escribir, que lo escriba.
Más al grano, imposible.
Insiste en que la creatividad es más importante que la técnica. Esto es algo que su compañero de andanzas Damon Lindelof puso de manifiesto muchas veces a lo largo de la serie cuando se le ocurrían giros geniales que, analizados en frío, cojeaban. Aunque según se mire, se les puede perdonar:
Mientras él [J. J. Abrams] completaba una hora y media de película, nosotros hicimos 46. El trabajo más creativo ahora está en televisión.
Pues a escribir se ha dicho.
Fuente: Lostphiles
Rueda de prensa aquí (inglés).