Abstractamente

Katherine hace uso del formulario de contacto para hacernos una consulta:

Me está gustando mucho poner «mente» a los adjetivos para dar otro mismo dentro del texto (Ej: Extrañamente absurdo) ¿Es esto un mal uso de las palabras o hace parte del estilo?

¡Creo que eso de usar (por no decir «abusar de») los adverbios acabados en «-mente» es una fase por la que hemos pasado todos! Yo también los usaba mucho. Luego leí por ahí que eran un vicio de principiante y que había que evitarlos a toda costa. ¿Y por qué?, me preguntaba yo. ¿Qué tienen de malo?
Con el tiempo me di cuenta: los adverbios acabados en -mente son abstracciones. De ellas hemos hablado bastante en el podcast, por ejemplo en la sesión 8, y creo que también en la 4 y en la 27. Ni siquiera son abstracciones aisladas (no son un sustantivo como «paz» o «velocidad»), sino que modifican a otra palabra (un adjetivo o un verbo), y estos a su vez pueden ser abstracciones, como en tu ejemplo («absurdo»).

Si dijeras «ligeramente amarillo», al menos lo modificado no sería una abstracción: el color es algo que podemos percibir con los sentidos. Pero ese «ligeramente» ya lo hace un poco más abstracto. ¿Cuán amarillo es? Habría sido más directo decir «beis», «color arena», «pajizo» o «rubio». Menos palabras dicen más, porque comunican al lector la imagen de forma más directa y concreta.

El gran cuaderno

Ágota Kristóf escribió en 1986 «Le Grand Cahier» (El gran cuaderno), una novela que, curiosamente, contiene entre sus páginas una descripción de su propio estilo.

La novela está ambientada en una guerra sin nombre y cuenta la historia de dos hermanos gemelos cuya madre los manda a vivir con su abuela para alejarlos del peligro. Los hermanos tienen que adaptarse a una vida más dura de lo acostumbrado, pero demuestran iniciativa adquiriendo un cuaderno y lápices y enseñándose a sí mismos ortografía, artimética y, lo que nos interesa a nosotros, redacción. Escriben sobre sus experiencias (las tareas del campo, el militar que ocupa una de las habitaciones…) y se corrigen el uno al otro.

Para decidir si está Bien o Mal usamos una regla muy simple: la redacción tiene que ser cierta. Debemos describir lo que hay, lo que vemos, lo que oímos, lo que hacemos.

Por ejemplo, está prohibido escribir «Abuela es como una bruja»; pero podemos escribir «La gente llama a Abuela «la Bruja»«.

Está prohibido escribir «El Pueblo es bonito», porque El Pueblo puede ser bonito para nosotros y feo para otra persona.

Del mismo modo, si escribimos «El ordenanza es amable» no estamos escribiendo una verdad, porque el ordenanza podría ser capaz de cosas terribles de las que nosotros nada sabemos. Por eso escribimos simplemente «El ordenanza nos ha dado mantas».

Escribimos «Comemos muchas nueces» y no «Adoramos las nueces», porque la palabra «adorar» no es fiable, carece de precisión y objetividad. «Adorar las nueces» y «adorar a Madre» no significan lo mismo. La primera expresión designa un sabor agradable en la boca, la segunda, un sentimiento. Las palabras que describen sentimientos son imprecisas. Es mejor evitarlas y ceñirse a la descripción de objetos, personas y uno mismo, es decir, a la descripción fiel de los hechos.

Ágota Kristóf, «Le Grand Cahier» (El gran cuaderno)

Decoración de interiores

Estos días me he cruzado una cita atribuida a Ernest Hemingway que, a pesar del silencio reciente, no podía dejar de compartir:

“La prosa es arquitectura, no decoración de interiores.”

Fuente: LitReactor

Borrachera poética

El escritor que se preocupa más de las palabras que de la historia (personajes, acción, ambientación, atmósfera…) dificilmente podrá crear una fantasía vívida y continua. Él mismo se entorpece. En su borrachera poética, es incapaz de distinguir el carro (y lo que transporta) del caballo.
John Gardner (visto en LitReactor)

29 formas de alimentar la creatividad

¡Agosto!

¡Verano, vacaciones y tiempo libre! Bueno, para algunos, que yo estoy hasta arriba de trabajo…

De mi trabajo os hablaré en unos días. Por ahora, para quienes no tienen nada que hacer, aquí van algunas ideas para aprovechar el tiempo:

(el vídeo está en inglés pero es bastante sencillo… espero)

¡Feliz agosto a todos!

Principiantes

Corre últimamente por los tumblr del mundo esta imagen. Dicen que fue William Shakespeare el que aseguró que «no puede uno nunca fiarse de las citas que corren por internet» pero, ignorando por una vez al bardo, vamos a ver qué dicen que dice este tal Ira Glass.

Nadie le dice esto a los principiantes. Ojalá alguien me lo hubiera dicho a mí. Todos los que realizamos algún tipo de trabajo creativo empezamos a hacerlo porque tenemos buen gusto. Pero existe esta laguna. Durante tu primer par de años produces material que simplemente no es bueno. Intenta ser bueno, tiene potencial, pero no llega. Pero tu buen gusto, ese instinto que te trajo hasta aquí, no cierra la bocaza. Es tu buen gusto el que hace que tu obra te decepcione. Mucha gente nunca supera esta fase; abandonan. La mayoría de la gente que conozco que hace cosas interesantes y creativas sufrieron esto durante años. Sabemos que nuestros trabajos no tienen ese algo especial que queremos que tengan. Todos lo hemos sufrido. Y si estás empezando y estás en esta fase, tienes que saber que es normal y que lo mejor que puedes hacer es seguir trabajando mucho. Ponte un plazo y acaba una pieza cada semana. Con un buen volumen de trabajo cubrirás esa laguna y tu obra estará a la altura de tus ambiciones. Yo tardé en aprender esto mucho más que nadie que conozca. Lleva tiempo. Es normal que lleve tiempo. Pero tienes que abrirte paso.

Secundarios Reloaded

¿Y quién dices que es la prota?

Hoy dos tips por el precio de una (o sea, gratis como siempre).

La Screenwriting Tip 522 dice:  Haz todo lo posible para que cada escena afecte al personaje principal de una forma u otra. Si hay demasiadas escenas en las que otros personajes llevan la voz cantante, podríamos empezar a olvidar quién es el verdadero protagonista de la historia.

A lo que yo añado: Esto no es problema en las historias corales (las cuales abundan en la televisión contemporánea, por motivos que comentaremos en otro momento). En los demás géneros, sin embargo, las historias corales son una rareza, y entonces conviene recordar este consejo que viene a ser otra forma de decir lo que decimos a menudo: tu historia es el conflicto de un personaje y todo cuanto escribimos debe estar al servicio de esa historia.

Y en la misma línea, la Screenwriting Tip 533 añade: No estés todo el rato creando secundarios de usar y tirar para que los protagonistas tengan alguien con quien interaccionar (CHICA 3, CONDUCTOR DEL BUS, HOMBRE CON SOMBRERO). Deja que los protagonistas hablen entre ellos.

Ese fue uno de los muchos problemas de las secuelas de Matrix: había tantos secundarios interesantes que el soso de Neo, por momentos, importaba bien poco. (De otros problemas de estas secuelas hablaremos pronto.) Un secundario extravagante puede darle mucho color a tu historia. Demasiados, le robarán el color a tu protagonista.

Uy esta, qué bien se lo está pasando.

De todas formas, hay que distinguir entre secundarios recurrentes y secundarios de usar y tirar. Los secundarios recurrentes forman parte integral de la historia. Acordaos del elenco de Mujeres Al Borde De Un Ataque De Nervios. Marisa (Rossy de Palma) presenta y da sentido a la subtrama del gazpacho, Kitty Manver (la abogada Paulina Morales) eleva la tensión y hasta el taxista cobra cuerpo porque sin él no habría persecución. Si la película no necesitara una persecución, la anécdota del mambo-taxi se habría eliminado del guión, y si el gazpacho no sirviera para librarse de los policías, tener a Rossy de Palma toda la peli dormida habría sido una tontería. Son esos puntos clave los que marcan la diferencia entre un secundario con peso y un extra de relleno.