Consultas vetustas

Durante varios años me comprometí a responder a todas las consultas que iban llegando, ya fuera en este blog o a través del podcast, y por eso, incluso cuando he tenido el taller abandonado, he mantenido a buen recaudo las consultas pendientes de responder. ¡Las más antiguas de ellas llevan ya casi dos años esperando! Pero como dijo el árabe loco:

Que no está muerto lo que eternamente puede dormir
y en tiempos extraños aun la muerte puede morir.

O lo que viene a ser lo mismo: ¡despierto de mi letargo para contestar a vuestras consultas! Es probable que muchas hayan perdido ya su relevancia para quien las planteó, pero espero que sigan siendo útiles para otros, o mejor aún, que den pie a debate.

Becas de creación: José Magali me preguntaba si conozco becas de creación como las que ofrece la Fundación Antonio Gala. La verdad es que no conozco ninguna otra y me pregunto si sobrevivirán muchas, con los recortes en materias culturales que hemos tenido estos años… Os animo a que compartáis en los comentarios las que podáis conocer.

Escuelas de escritura creativa: Rodrigo Azcárraga planeaba trasladarse de México a España y se preguntaba dónde se ofrecen los mejores cursos de creación. Yo mismo llevo ya unos años fuera de España, pero quizá vosotros podáis compartir vuestras experiencias y opiniones. ¿Y tú, Rodrigo? ¿Cruzaste el charco al final?

Leer vuestros textos: Sois varios quienes me habéis enviado vuestros textos (completos o incompletos) para que os diera mi opinión, pero ya dije cuando empecé este taller que eso quedaba fuera de mis posibilidades. Aun así, quiero agradecer la confianza que habéis mostrado al enviármelos: Sebastián León Vera, Eleazar Peña Cervantes, Miguel Ángel Navarro, Pablo Santillán, Elmer D. Escoto R., Víctor Hugo Miaz Serrano, Fernando Salmerón… Os invito a publicar en los comentarios enlaces a vuestros textos, para que otros seguidores del blog puedan leerlos y quizá comentarlos con vosotros (pero, por favor, no incluyáis relatos completos en los comentarios).

Publicar en Amazon: El mismo Miguel Ángel  que comparte arriba su novela (publicada en Bubok) me preguntaba cómo publicarla en Amazon. Ya describí el proceso en esta entrada del blog. Aunque ya tiene unos añitos, sigue siendo correcta en la mayoría de los datos. Si no me equivoco, ahora ha desaparecido el minimo de 10 euros para realizar pagos (Amazon te embolsará periódicamente lo que hayas ganado aunque no alcance esa cantidad). Y también merece la pena comentar que he ingresado más mediante la participación en el programa de préstamos KDP Select que mediante la venta directa de las obras (aunque en ambos casos, he de admitir, las cantidades han sido muy reducidas).

Software: Miguel Ángel menciona también una herramienta de escritura que yo no conocía, llamada yWriter. ¿Por qué no nos cuentas algo de ella? Hace tiempo hice una vaga promesa de revisar en algún momento los distintos programas de escritura disponibles en el mercado, pero tengo que admitir que no he seguido investigando el tema. ¿Alguien se anima a compartir sus experiencias?

La Sirena: ¡Bradbury vuelve! Su relato jugó un papel significativo en los inicios de este taller (incluso dio pie a un tema de electrónica ambient) y todavía llegan consultas relativas a él. Como propuse en la sesión 3, Miguel Gordillo me envía su análisis de la estructura del relato, pero espero que escuchar la sesión 4 haya resuelto cualquier duda pendiente (y de no ser así: ¡comentario al canto!). Sergio Oliva quedó fascinado por la luz «roja, blanca, roja, blanca…» que aparece en dos ocasiones, y me pregunta qué puedo decir sobre ese recurso. La pregunta es vaga, pero creo que queda respondida en la sesión 8 del podcast: percibimos el mundo a través de los sentidos. Hablábamos allí de evitar los conceptos abstractos y usar preferentemente verbos que representen acciones físicas, y nombre y adjetivos relativos a cualquiera de los cinco sentidos. A veces, las palabras más sencillas son las más evocadoras, como los son en este caso los colores.

Foro: Josué, desde el sur de Europa (y antiguo compañero de escenarios, si mi intuición no me engaña), me animaba a continuar el podcast (¡no prometo nada! ;-). Carlos Salinas también pide más. Julián me preguntaba si el foro va a volver a activarse en algún momento. La verdad es que no lo veo factible, entre los problemas de spam que tuvimos entonces y lo parados que están el blog y el podcast. ¿Utilizáis vosotros algún otro foro? ¿A qué fuentes habéis estado recurriendo desde que desaparecí? ¿Creéis que deberíamos crear algún otro punto de encuentro como pueda ser, por ejemplo, un grupo de Facebook? ¡Se aceptan sugerencias!

Me quedan pendientes algunas consultas un poco más extensas: de Alma desde Estados Unidos, Eduardo de Santo Domingo, Gisela de México, Silvana de Argentina, Anita desde su casa y la más reciente de Joanita. ¡Espero irlas contestando en los próximos días, y espero también que no se me haya olvidado nadie!

El papel del guionista de videojuegos

Entre las muchas consultas que nunca respondo (pero tampoco olvido), una que se suele repetir es en qué consiste el guión de un videojuego. La respuesta es muy amplia: Pac-Man (el «comecocos») no tiene guión, mientras que el estudio detrás de Beyond: Two Souls (PS3) lleva meses presumiendo de su guión de 2000 páginas (frente a las 100 de un largometraje normal).

Rhianna Pratchett (sí, la hija de Terry «Mundodisco») resume bien en esta entrevista el papel variable y flexible del guionista de videojuegos.

«Los juegos funcionan de una manera muy diferente a otros medios de entretenimiento. Normalmente la mecánica de juego, el diseño de niveles y el arte se conciben primero por los desarrolladores […] Me llaman para un proyecto cuando lleva un año o dos en desarrollo, y me dan los elementos existentes para trabajar. Eso puede suponer una sinopsis y algunas biografías de personajes (como en Tomb Raider) o que el juego al completo ha sido diseñado sin una narrativa en mente (lo podemos ver en Mirror’s Edge). Mi trabajo consiste en tomar lo que hay, rellenar los huecos, coserlo todo junto y hacer que funcione con las mecánicas del juego.»

Fuente: indie-o-rama

Múltiples narradores

La consulta de hoy nos llega desde Monterrey, Nuevo León, México o sería más correcto decir que nos llegó, ya que lleva algún tiempo en la cola, ¡mis disculpas!

Estoy trabajando en un grupo de novelas en las que en cada libro manejo a dos personajes principales. Suman un total de diez personajes principales en toda la saga, pero solo dos por libro. Se entiende que nos enfrentamos a narraciones muy distintas, ya que cada personaje tiene su personalidad, además la mitad son mujeres.

Para no confundir al lector dedico un capítulo a cada personaje de manera alternada. También me aseguro de especificar justo después del título quién es quien narra esta porción de la historia. Soy consciente de que este tipo de narración no es común. La principal razón de que la historia se cuete de esta manera es que busco que el lector se identifique mas estrechamente con el personaje y a la vez conozca de la historia únicamente lo que el personaje ve.

¿Qué me recomendarías? Busco presentar algo novedoso, pero no por hacer algo novedoso quiero que los lectores se molesten con la narración y decidan abandonar el libro. ¿Sería bueno aventurarme con este experimento o debería remitirme a un método de narración más tradicional?

Estimado oyente (¡cómo me gusta decirlo!), la técnica no es novedosa, y mucho menos impopular. La saga «Canción de Hielo y Fuego» maneja no a dos, sino a decenas de personajes con la misma técnica que tú estás describiendo y lleva vendidos más de 15 millones de ejemplares.

Cualquier técnica es buena si está bien usada. Tus lectores no abandonarán el libro por la técnica, lo harán si se aburren. Cambiar de personajes puede aportar muchas cosas:  presentar diversos ángulos de los acontecimientos, incrementar el número de subtramas, limitar la información que personaje y lector reciben aumentando así la intriga… También puede generar problemas si no se hace bien y se cae en errores como repetir cosas ya sabidas, confundir al lector por falta de claridad o desequilibrar el nivel de interés de una historia con respecto a otra, haciendo que el lector esté deseando que un capítulo acabe para poder volver a la trama que le interesa.

Es tu tarea como autor cuidar estos detalles, pero sobre todo y antes de eso, decidir si la técnica hace al libro más interesante o menos.

Nombres reales

Porter's Cafe

Sergio Mora nos envía una pregunta a la que estaba convencido de haber respondido ya, pero como no encuentro dónde lo hice, aquí va:

Tengo más o menos enfocada la historia de un relato, el lugar donde se origina todo es en un pueblo llamado Superior, en Arizona. Un restaurante llamado Porter’s Cafe Restaurant y el dueño de éste es Lynn Heglie.

Los datos anteriores son auténticos, pienso hacer un relato clásico de zombies y, entre otros, usar estos nombres. ¿Recomiendas no hacerlo por alguna razón? ¿O da igual? Sé que este relato no llegará a ninguna parte, pero tampoco quiero líos por usar nombres reales. ¡Gracias!

Hay situaciones en las que usar nombres reales no puede generar ningún problema. Si tus personajes almuerzan en un McDonalds, escuchan a U2, votan a Angela Merkel o son fans de Iniesta nadie va a protestar. El uso de iconos culturales como parte de la atmósfera de tu mundo es inocuo para ellos y a nadie hace daño.

Entramos en un terreno más peliagudo si tus personajes sufren malas condiciones laborales en Mcdonalds, intentan atentar contra Bono durante un concierto, violan a Angela Merkel o tienen un romance homosexual con Iniesta. Ahí se pueden herir susceptibilidades y algún abogado podría sacarte la tarjeta roja.

Like a virg... Espera, ¡esa no es ella!

Generalmente las parodias están a salvo, desde un humorista imitando a Madonna a un cómic como Madonna no existe, pasando por el diálogo del comienzo de Reservoir Dogs. También deberías estar a salvo si el Lynn Heglie de tu Porter’s Cafe en Arizona es un científico loco que crea zombies por las noches, siempre que el universo en que lo cuentes sea claramente fantástico, y no una clara alegoría criticando el tipo de hamburguesas que sirve. La línea es delgada y depende de las susceptibilidades de cada uno, pero de las leyes básicas ya hemos oído todos hablar: derecho al honor, etcétera.

Ante la duda, escribe a Lynn Heglie y pregúntale si le parecería mal que su establecimiento protagonizara un relato de zombies. O cambia los nombres. O no los cambies, métete en un lío, genera polémica, y hazte famoso.

Gracias, Google Images

Tu primer guion corto

 

 

Un oyente que se hace llamar Charlie Mawson nos lanza una consulta:

Estoy escribiendo el guion para un cortometraje, y quería preguntarte cómo encontrar candidatos a rodarlo o comprarlo, ya que en un episodio comentabas que suele haber muchos jóvenes directores de cortos en busca de guiones. También preguntarte qué debo hacer antes de nada. Si registrarlo o algo así en algún lugar, para evitar robos de ideas o similares. El tema cortometrajes es nuevo para mí.

Momento del rodaje de "Pestañas Asesinas"

Sobre los registros ya hice una extensa entrada hace tiempo y no tengo mucho más que añadir (salvo que el registro online del ministerio deja bastante que desear). De todas formas, si es tu primer guion, mi preocupación no sería protegerlo, sino exponerlo a la furia de los elementos; no esconderlo, sino echarlo al viento. Si alguien lo copia, será señal de que se lo han leído, que ya es más de lo que pueden esperar la mayoría de principiantes.  De donde vino esa idea, ya vendrán más. De todas formas, un corto nunca hace dinero, así que ¿qué gana nadie con plagiar? Los cortos se hacen para aprender y, como mucho, con suerte, hacerse un nombre, aunque sea uno pequeñito, entre compañeros de la industria. Al no moverse dinero, las productoras desaparecen o se reconvierten, las comunidades online se disgregan, no hay un sitio concreto adonde acudir.

Encontrar director depende totalmente de tu entorno. La mayoría de los jóvenes directores quieren contar sus propias historias. De ellos, la mayoría no sabe escribir un guion (tampoco dirigir un corto, pero esa es otra historia). Quienes empezamos, andamos todos aprendiendo. Si tienes alguna escuela de cine cerca, déjate caer. Echa un vistazo a los anuncios del tablón o pon el tuyo propio. Lo mismo vale para escuelas de periodismo, televisión, imagen y sonido, interpretación, etc. Las facultades de la universidades también son un buen caldo de cultivo. Acude a festivales de cortos locales, aunque sean en el pub de la esquina (sobre todo si son en el pub de la esquina) y quédate a charlar con la gente, porque el 90% de esa gente serán los implicados en los cortos proyectados. Fíjate en qué cortos te gustan, qué directores dirigen bien, quizá incluso qué directores han rodado guiones de otros. Habla con ellos. Cuando haya química, comenta que tienes un guión. Habrá quien te mire como diciendo, mira qué bien, yo tengo quince en un cajón, no te fastidia. Habrá quien prometa leérselo y no lo haga. Con suerte, alguien lo leerá y te dirá que no le gusta. Con más suerte aún, te dirá por qué no le gusta y, si el crítico es listo (y tú también), a lo mejor aprendes algo. Si el guión es bueno, acabará atrayendo miradas.

Busca en internet cortos hechos en tu zona, festivales o proyecciones que pillen cerca, concursos de guiones que no suenen a estafa, incluso siempre hay alguna pequeña productora abierta a recibir proyectos. No hay una fórmula secreta. Cada uno tiene que buscar su camino, o mejor dicho, labrárselo. Eso significa demostrar cosas: demostrar que sabes contar una historia, dominar la estructura de una escena, expresar las profundidades de un personaje, comprender las dificultades de un rodaje.

Y en última instancia, si a nadie le interesa tu corto, o al menos no lo suficiente para rodarlo, coge una cámara y mira a ver qué pasa. Yo empecé así y mírame ahora: no he llegado a ninguna parte. ¡Yo no sé para qué me pides consejo!

Bromas aparte, el mundillo es tan duro como rico en posibilidades. Mucha suerte.

Diálogos masivos

Sebastián León nos envía una larga consulta que resumo a continuación:

Estoy escribiendo una novela de fantasía donde el personaje principal es encontrado por un grupo de aventureros. Este grupo consta de seis personajes, de los cuales hay dos que son más pasivos y los otros más activos, acaparando un poco la atención. Para más “remate” introduje otro personaje más, que también resalta un poco en su protagonismo pero luego desaparecerá.

He trabajado bastante en el aspecto psicológico de los personajes, pero mi dilema radica en que los diálogos ralentizan el desarrollo y el ritmo de la narración. Describo bastante los lugares y los hechos que ocurren para que la imaginación fluya más fácil para el lector, pero voy poco a poco para no ahogar ni aturdirlo, para no perder el hilo de la historia. ¿Como puedo insertar los diálogos sin entorpecer el desarrollo de la historia y aportando al desarrollo de la misma?

Dragonlance Meeting
¿Que has dicho que le toca hablar a quién?

Empecemos por lo básico: prescinde de los elementos que sean superfluos a la historia. Confía en la imaginación de tu lector y da los detalles necesarios para comprender la escena sin ornamentar las descripciones (ni las acciones) en exceso.

Los diálogos no deben ralentizar la narración, sino que deben formar parte de ella: las palabras de tus personajes también están contando la historia. Los diálogos no deben limitarse a «mostrar la personalidad», sino que también:

  • dan información de contexto o trasfondo sobre los personajes, el mundo o la trama;
  • muestran u ocultan intenciones;
  • y, lo más importante, ejercen influencias sobre otros personajes.

Por todo esto, quizá no todos los personajes necesiten hablar. Quienes no tengan nada interesante que aportar a la trama estarán ahí haciendo número, pero no les oiremos hablar. Una línea narrativa como «Los demás se pasaron la noche bebiendo y hablando de mujeres» será suficiente.

Para darle voz a los personajes tímidos o poco habladores, recuerda dividir tu historia en escenas:

  • En las escenas de grupo no abrirán la boca (con lo cual estás mostrando su personalidad y ahorrando espacio al mismo tiempo), pero quizá la voz narradora se fije en cómo enarcan una ceja o se muerden la lengua, mostrando así al lector su opinión sobre el asunto discutido, aunque se la callen.
  • Pero luego, por la noche, mientras todos duermen, tu personaje tímido podría estar de guardia y mostrarse más dispuesto a abrir su corazón a un compañero, de manera más íntima.
  • También tendrá que hablar en determinadas escenas si es capturado y torturado, o si se enamora, o en cien mil otras situaciones que se te puedan ocurrir.

Espero que estas pistas te ayuden a avanzar con tu trama. ¡Mucha suerte!

Rango de edad

El amigo Carballeira nos mandó hace tiempo una consulta y ya va siendo hora de que afrontemos la respuesta. Está preparando una novela juvenil y nos dice:

Mi mayor duda es elegir el tono y el lenguaje. La novela será corta, pero no sé si antes debo pensar en la edad de los niños a los que me dirijo y escribir en consecuencia o hacerlo al revés, escribir lo que me salga y luego decidir para qué niños va dirigido y reescribir en consecuencia.

Mi primera respuesta sería que escribas lo que te apetezca, y después, cuando veas lo que te ha salido y comprendas para qué edad funciona, lo revises en función de eso, limpiando o reescribiendo las partes que se salgan de ese marco. Tú trabajas diariamente con jóvenes, así que sabrás mejor que yo lo que es apropiado o no para los distintos rangos de edad.

He ojeado libros del Barco de Vapor de varias edades y no termino de decidirme, de hecho, no sé si ha sido buena idea ojearlos porque todos tenemos el defecto de escribir como lo último que hemos leído. A veces creo que para escribir hay que dejar de leer de manera radical.

Si lo último que has leído te inspira a escribir, entonces no tiene nada de malo. Además, la influencia siempre es menor de lo que nos creemos. Hace veinte años me dio por escribir «estilo Lovecraft», pero leyéndolo no hace tanto me di cuenta de que no tenía nada que ver. Había más en esos relatos del romántico adolescente atormentado que todos hemos sido que del peculiar atormentado de Providence. Y sin embargo, todos escribimos influidos de una forma u otra por lo que hemos visto, leído, incluso vivido. No merece la pena pararse a analizarlo, es mejor dejar las letras fluir.

Sí puede ser sano dejar de leer en tanto que te deja más tiempo para escribir. También te permite centrarte en tu trabajo, tener tu historia en la cabeza incluso cuando no estás escribiendo, en lugar de la historia de otro (como nos pasa a menudo cuando andamos leyendo algún libro y pensamos en sus personajes o trama en cualquier momento del día). Pero también puede ser que, para ti, tomarte un descanso para leer te permita relajarte pensando en otra cosa e incluso te ayude a desintoxicarte y superar bloqueos. Es algo personal.

Escribir pensando en tu público puede ser castrante. Recuerda lo que decía King:

Escribe con la puerta cerrada, revisa con la puerta abierta.