El Curioso Incidente del Perro a Medianoche

Desde que terminé de leer este libro hará cosa de un mes, no encontraba el momento de recomendarlo.

El curioso incidente del perro a medianoche
El curioso incidente del perro a medianoche

«El Curioso Incidente del Perro a Medianoche« me ha enganchado hasta el punto de despachármelo en tres tardes, y eso que no soy de leer rápido, ni mucho menos de jactarme de hacerlo, primero porque no lo hago, y segundo porque suele ser síntoma más de autocomplacencia que de placer por la literatura, opino. Pero (y esto sí es típico de mí) divago. Para el lector, decía, el libro es una delicia llena de recompensas a cada pocos pasos. Pero no me detendré a hacer una reseña al uso (principalmente para no contar de qué va y porque ya hay otros chorrocientos blogs que lo hacen) y en cambio hablaré de sus aciertos a nivel literario. Este segundo análisis «de escritor», independiente como ya dije del mero placer lector, también deriva en unas cuantas lecciones gratificantes.

La mayoría de los aciertos del autor, Mark Haddon, son fruto de la elección del narrador y protagonista (en otras palabras, del narrador en primera persona), un chico de 15 años que padece cierta forma particular de autismo. Para empezar, la narración es directamente sensorial, según el niño percibe el mundo, ya que sus capacidades de análisis y síntesis son limitadas. Las digresiones (que las hay en abundancia) se difieren a capítulos independientes que no suelen entorpecer el flujo narrativo (salvo quizá puntualmente hacia el final), sirviendo estos de complemento a la comprensión del personaje y dejando la narración propiamente dicha libre de interrupciones.

Por momentos, además, el narrador no es fiable, rellenando el lector (con su conocimiento del mundo, su capacidad de deducción y su imaginación) los huecos que el protagonista (por adolescente o por autista) no es capaz de comprender. ¿Implicación del lector? Otro acierto.

¿Cómo justifica el autor que un joven autista se detenga a contarnos su historia tan extensamente? Por un lado, hace que su personaje sea aficionado a la lectura, lo que justificaría que sepa defenderse escribiendo, y de paso es un importante punto a favor de la identificación del lector con el personaje, pues garantiza que tendrán algo en común (veáse «La Sombra del Viento» como ejemplo reciente y popular de protagonista lector). Además, una vez que el niño se detiene conscientemente a escribir su experiencia, recibe consejos de una profesora, con lo que obtenemos pequeñas guindas de metaliteratura: «una buena historia debe contener tal elemento, y por eso yo ahora lo introduzco aquí, así». Interesante. ¡Y diferente! Y ayuda a suspender la incredulidad, porque ¿cómo puede este «niño» escribir de forma tan fluida? Porque lee mucho y porque tiene quien le aconseje. (¡Anda! Como vosotros… ;-)

Por último, el niño (como niño que es) utiliza también elementos no narrativos: dibujos, diagramas, etc., que no sólo enriquecen la lectura sino que la diferencian de la mayoría de las novelas del mercado.
Gracias a estos sencillos elementos, el autor consigue un texto al mismo tiempo accesible y diferente, que es al fin y al cabo lo que podría esperarse de un texto creado desde los mecanismos mentales del autismo. ¿El resultado? Sin duda una experiencia conmovedora.

De manera similar, esta recomendación literaria ha quedado bastante distinta a la mayoría de las que circulan por la red, ¿no creéis? Debería ser así, pues el punto de vista de quien la escribe no es el habitual (el de un lector) sino uno menos común (el de un escritor). ¿Os sugiere eso algún enfoque sobre cómo crear personajes o narradores interesantes, por diferentes?

Hoy os dejo la recomendación, y dentro de unos días, esperando quizá que le hayáis hincado el diente, volveré a hablar de este libro para especular cómo pudo haberse concebido, o dicho de otra forma, intentar poner un ejemplo de cómo los conceptos teóricos que vemos en el taller se pueden ir poniendo en práctica por etapas. Pero hasta entonces, disfrutad de uno de los mejores libros que hayan caido en mis manos este año.

La hortogarfiá

Escudo RAE
Escudo RAE

Más de uno se habrá arañado los ojos al ver el titular. No es para menos. A la mayoría de los lectores con un poco de experiencia en tan gratificante tarea, las faltas de ortografía les saltan a la cara como gatos rabiosos en noche de luna llena. En cambio, a otros no. Odio generalizar, pero generalmente son menores de 25 y han pasado diez veces más tiempo con las manos en un teclado que sujetando un libro.

No voy a alzar aquí una voz apocalíptica para alertar de los peligros de internet: la red, como todo, tiene sus defectos. Tampoco pretendo reavivar el debate sobre la conveniencia de abolir las reglas ortográficas. Quizá sería buena idea si se hiciera… pero la cuestión es que no se ha hecho. Hoy por hoy, escribir con faltas de ortografía sigue siendo a todas luces un signo de dejadez e ignorancia.

Esto puede parecer una perogrullada, pero basta darse un paseo por cualquier foro (incluido el nuestro) o leer unos cuantos textos de autores aficionados para darse cuenta de cómo anda el patio. Cometer uno o dos errores en un foro se comprende como fruto no sólo de la rapidez, sino también de la relativa intranscendencia de lo escrito. Cometer uno o dos por línea en un texto literario que haces público, ya sea colgándolo en una web, pasándoselo a un amigo o enviándolo a un certamen (sic), suele ser razón suficiente para ignorarlo en cualquiera de los tres casos.

Por suerte para todos, este problema tiene varias soluciones. La más placentera de ellas, por supuesto, es leer, y no, no basta con leer foros. Ni blogs, ya que estamos. Y al paso que va el periodismo, también evitaría los periódicos y revistas (al menos, si nuestro objetivo es acostumbrarnos a ver textos bien escritos). Aun así, como deberes, no son muy desagradables, ¿no?

Además, aunque resulte un poco más árido, creo que todos los aprendices de escritor deberíamos leer por lo menos una vez la Ortografía de la Lengua Española y así repasar lo que ya deberíamos saber. Por supuesto, una vez metidos en el ajo y en caso de duda, la web de la RAE nos ofrece dos buscadores inestimables: el Diccionario de la Lengua Española (que nos permite comprobar entre otras cosas si una palabra existe o no, su ortografía, y si le estamos dando un uso correcto) y el Diccionario Panhispánico de Dudas (que nos permite saber si una palabra tiene diversos significados en diversas áreas del español, o si se escribe de distintas maneras para diferentes usos).

y haber sinó vuelbe a psaar!!!1

¿Creador o espectador?

Lo habitual al salir del cine con un grupo de amigos es comentar la película, y a menudo, cuando alguno de los más aficionados hacemos un apunte relativo al ritmo, la fotografía, el guión o tal o cual escena, siempre sale el listillo de turno a decir que «yo no me fijo en esas cosas: a mí la peli me gusta o no me gusta»; como si el hecho de comentar los árboles significara que no hemos sido capaces de ver el bosque.

Pero se equivocan (como será evidente para cualquiera que esté leyendo estas líneas, lectores, sin duda, aficionados al análisis y la creación). Como espectadores (o lectores, que al fin y al cabo es una función equivalentes) disfrutamos de la obra tal cual, sin prejuicios. Es después, al terminar, cuando la peli ya nos ha gustado (o no), cuando nos paramos a ver las causas de ese placer (o desagrado).

Como creadores, no debemos dejar que nuestra curiosidad por las estructuras y los intríngulis de las obras nos impida disfrutarlas. Si perdiéramos el placer, perderíamos también el interés. Dejaríamos de ser creadores para pasar a ser, no sé, científicos, meros observadores analíticos. Y la ciencia produce placer, sí, pero el arte no es ciencia. Del mismo modo que para escribir hay que sentarse a poner palabras una detrás de otra (y seguramente un poco de teoría al respecto nos pueda ayudar, puntualmente, a hacerlo), también debemos que disfrutar de la ficción tal cual, independientemente de que después, en las cervezas, destripemos a cada nombre que apareció en los créditos, exluyendo como mucho a los del catering.

También se obtienen ventajas personales con todo este proceso. Para empezar, el placer de una buena película se extiende más allá de su duración, abarcando todo el tiempo posterior en que paladeas sus detalles. Pero además, incluso a películas que no te gustan puedes encontrarles elementos de interés, con lo que al menos las dos horas no están perdidas del todo. Si eres de los que en IMDB sólo puntúa con ceros y dieces, piénsatelo: la ficción tiene muchas capas. «Matrix Reloaded« tenía unos efectos especiales de quitar el hipo, «Hellboy 2: The Golden Army« lucía un diseño de personajes capaz de despertar la imaginación de un ejército y «Lost in Translation« (bostezo)… bueno, no me acuerdo porque casi me duermo, pero algo bueno tendría. Son los primeros ejemplos que me vienen a la cabeza. Sin duda hay pelis aún peores con elementos aún mejores.

De lo que podría sacarse otra conclusión: no sólo hay que seguir a los grandes. No sólo hay que ver a Hitchcock y Welles y Kurosawa. También se pueden sacar ideas de los Wachowski, de Michael Bay o de Ed Wood, si somos capaces de ver lo bueno que cada uno tenga que ofrecer, sea poco o mucho. Y por supuesto, también se aprende mucho de los errores.

Si el que no se fija en esas cosas vota tu corto en Youtube con un cero, no te ofendas. Otro votará con 5 estrellas. Como espectadores, no dan para más (sin duda tendrán cosas buenas que ofrecer en otros campos). Nosotros en cambio, como aficionados a la ficción, contamos con más herramientas que usar cuando sean necesarias. El fontanero no disfruta menos que el adolescente del sexo en la ducha… si se quita el mono de trabajo y deja el equipo en la furgoneta. El autor carga con sus pertrechos todo el tiempo, porque los lleva en la cabeza (exceptuando bolígrafos y diccionarios, vale), pero no tiene que pensar todo el tiempo a través de ellos. Los talleres literarios deben servir precisamente para rellenar de herramientas ese cajón. Del escritor depende no lastrarse cargando con él a todas partes, sino dejarlo a mano para cuando necesite una o la otra. Por ejemplo, al salir del cine, cuando un amigo diga «yo no me fijo en esas cosas: a mí la peli me gusta o no me gusta», querrás tener a mano la llave inglesa para pegarle con ella en la cabeza.

Una historia dentro de una historia

En la sesión 10 parte II he comentado dos cortos de animación con una estructura muy interesante: «La Verdad al Desnudo«, de la serie Las Supernenas, y «Tengo una historia para ti«, del DVD Batman, Guardían de Gotham. Estos cortos ilustran muchos de los temas que hemos tratado en el podcast: narración no cronológica; voz en off; narradores no fiables; múltiples narradores; etc.

Siguiendo con este tema, he subido a YouTube un fragmento de un capítulo de «Roma» que también resulta muy interesante a nivel creativo.

César ha muerto. Rodar la escena del funeral completa es demasiado costoso. ¿Solución que aportan los guionistas? Ruedan algunos planos de multitud llorosa y pira funeraria, y los complementan con esta escena. ¿Hemos perdido espectacularidad? Sin duda. Si los guionistas se hubieran limitado a contar (por ejemplo, a través de un personaje entusiasta) lo que no se podían permitir rodar, la escena habría resultado «barata» en todos los sentidos de la palabra. Pero, chicos listos, le dieron una vuelta de tuerca. ¿Qué se ha ganado a nivel historia?

El personaje no sólo cuenta lo que ha ocurrido. También lo interpreta. El espectador, gracias a su imaginación (de este importante concepto hablaremos muy pronto), puede vivir la escena igual o mejor que si la hubiese visto (porque su mente pondrá detalles de su propia cosecha, de lo que él considera que es digno o noble u ostentoso). El personaje, además, explica las reacciones de los asistentes: la devoción del pueblo por César, y por su actual sustituto Marco Antonio. Pero además, tanto él como sus oyentes comentan los hechos. En lugar de tener sólo una visión de la escena (la de devoción) también tenemos la opuesta (la de rechazo). Entre un bando y otro hay tensión, hay conflicto: hay una historia que contar.

¿No os parece una solución inteligente? Esto que es decir mucho, con economía de medios. ¿Qué opinais?

De compras:
Las Supernenas: Superfarsa y 10º Aniversario (ambas incluyen «La verdad al desnudo»)
Batman, Guardián de Gotham
Roma: temporadas uno y dos

Piloto

¡Bienvenidos a otro nuevo blog de Álex Hernández! (Y van…)

Esta página nace como un complemento al Taller Literario en formato podcast que vengo publicando desde marzo de 2008. La intención es que cada entrada sirva como una píldora vitamínica para los aficionados a la escritura, lo cual puede abarcar un montón de posibilidades: aclaraciones a temas del podcast que pudieran no quedar claros; recomendaciones de páginas que contengan recursos interesantes; enlaces a artículos; sugerencias de libros o películas; y un largo etcétera que podemos ir descubriendo y deshilvanando juntos, como si de la trama de un buen thriller se tratara: paso a paso, y sin saber a dónde nos llevará la aventura.

Coged el teclado y los bártulos: nos vamos de viaje.

Sesión 10 del Taller, en dos partes

La sesión 10 del Taller Literario es tan extensa que la hemos dividido en dos partes. La primera de ellas ya está disponible.

De propina, se han añadido imágenes del rodaje de Lujo y Miseria, Tía.

Mecal, festival online

«Compañia» está ahora también disponible en Butaca.tv. Esta web, además de generar (teóricamente) beneficios para el autor, proporciona una calidad de imagen cercana al DVD.

Por otro lado, a través de DailyMotion, tanto «Compañía« como «Pestañas Asesinas« participan en Mecal, Festival Internacional de Cortometrajes de Barcelona. Pincha en los enlaces para votar.