Cómo barrer una calle o escribir una novela

Dice Beppo Barrendero:

Momo, de Michael Ende
Momo, de Michael Ende

«Las cosas son así: a veces se tiene ante sí una calle larguísima. Se cree que es tan terriblemente larga, que nunca se podrá acabarla, se cree uno.

«Y entonces se empieza a dar prisa. Y cada vez se da más prisa. Cada vez que se levanta la vista, se ve que la calle no se hace más corta. Y se esfueza más todavía, se empieza a tener miedo, al final se está sin aliento. Y la calle sigue estando por delante. Así no se debe hacer.

«Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Sólo hay que pensar en el paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Nunca nada más que en el siguiente.

«Entonces es divertido; eso es importante, porque entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser.

«De repente se da cuenta uno de que, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno no se da cuenta de cómo ha sido, y no se está sin aliento.

«Eso es importante.»

«Momo«, de Michael Ende
(traducción de Luis Ogg)

Sesión 11: La Imaginación

La sesión 11 del podcast del Taller Literario está dedicada a reflexionar sobre cómo utilizar nuestra imaginación como escritores, y a cómo debemos tener en cuenta la imaginación (y la inteligencia) del lector al escribir. De propina, algunas sugerencias sobre como ponerse las pilas y escribir en este nuevo año esa novela que llevamos tanto tiempo posponiendo…

Series

En el taller he hablado con frecuencia de la potencia que han cobrado en la última década las series de televisión como formato narrativo. No he descubierto la pólvora. El tema lo cubre de manera soberbia un extenso reportaje publicado en El País hace unas semanas y al que tengo poco que añadir.

Sí quiero animar, en cambio, a quienes aún no se hayan aficionado a esta nueva corriente a sumar las series a sus hobbies, sobre todo si es en sustitución de la aburrida televisión convencional y el absolutamente vacío zapeo. ¿Por dónde empezar? El artículo mencionado hace un buen repaso de las mejores series del momento, entre las que destacan por méritos propios las de HBO (Roma, Los Soprano, A Dos Metros Bajo Tierra, Sexo en Nueva York, Carnivàle, y la primera de todas, aún imbatida en su género: Fraggle Rock). La elección personal de cada uno debe depender de factores personales, empezando por los gustos (HBO para adultos, Fox para jóvenes tirando a frikis, etc.), cubriendo géneros (¿qué tal ir viendo una comedia y un drama paralelamente?), dependiendo de idiomas (¿disponibilidad de doblaje o preferencia por los subtítulos?) y teniendo en cuenta la disponibilidad de tiempo a largo plazo (series de 5 a 10 temporadas frente a miniseries de pocos capítulos) y también a corto (las duraciones por episodio oscilan entre los 22 minutos y la hora y pico).

La ventaja es que internet en general y la vaguedad de la actual legislación española en particular nos permiten descargar las series para disfrutarlas a cualquier hora. Aparte del archiconocido eMule, existen innumerables recursos, entre los que recomendaría el blog Espoiler o el buscador Taringa, por citar sólo un par. Si la facilidad te parece poca, ahora también te puedes llevar las series puestas en el iPod, iPhone o móvil de última generación, para verlas donde te dé la gana, gracias a webs como esta.

Mis recomendaciones podrían no acabar nunca, pero mis imprescindibles serían: Perdidos, que a pesar de los altibajos mantiene un nivel de intriga y una densidad de trama endiablados; Mujeres Desesperadas, que combina delicadamente humor y drama en una de las series más artificiales y humanas que se hayan visto; la poco conocida Carnivále, capaz de desbancar de su trono a la intocable Twin Peaks; y The IT Crowd, pura comedia del siglo XXI concentrada. Por supuesto, habría que salpimentar el cóctel con algunos episodios sueltos de Friends, Futurama, Los Simpson (pero quién no ha visto ya todas estas), House o Sexo en Nueva York, para ver lo que se cuece, y quizá la primera temporada de 24, aunque lo importante sin duda es husmear y elegir personalmente nuestras favoritas. El mar está lleno de peces, señoras y caballeros, y en sus profundidades se esconden innumerables tesoros. Pasen y vean.

De compras:
A Dos Metros Bajo Tierra: pack con la serie completa (5 temporadas)
Carnivàle: temporadas uno y dos (inglés)
Fraggle Rock: serie completa (inglés región 1 por desgracia)
Friends: pack con las diez temporadas
Futurama: pack con las cuatro temporadas
House: pack con las temporadas uno, dos, tres (incluye libro) y cuatro (va por la quinta)
Los Simpson: temporadas uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once
Los Soprano: pack con la serie completa (6 temporadas)
Mujeres Desesperadas: temporadas uno, dos, tres y cuatro (va por la quinta)
Perdidos (Lost): temporadas uno, dos, tres y cuatro (va por la quinta de seis)
Roma: temporadas uno y dos
Sexo en Nueva York: pack con la serie completa (6 temporadas)
The IT Crowd: pack con las temporadas 1-3 (inglés)
Twin Peaks: pack con la serie completa
24: pack con las temporadas 1-6 (va por la séptima)

El Curioso Incidente del Perro a Medianoche

Desde que terminé de leer este libro hará cosa de un mes, no encontraba el momento de recomendarlo.

El curioso incidente del perro a medianoche
El curioso incidente del perro a medianoche

«El Curioso Incidente del Perro a Medianoche« me ha enganchado hasta el punto de despachármelo en tres tardes, y eso que no soy de leer rápido, ni mucho menos de jactarme de hacerlo, primero porque no lo hago, y segundo porque suele ser síntoma más de autocomplacencia que de placer por la literatura, opino. Pero (y esto sí es típico de mí) divago. Para el lector, decía, el libro es una delicia llena de recompensas a cada pocos pasos. Pero no me detendré a hacer una reseña al uso (principalmente para no contar de qué va y porque ya hay otros chorrocientos blogs que lo hacen) y en cambio hablaré de sus aciertos a nivel literario. Este segundo análisis «de escritor», independiente como ya dije del mero placer lector, también deriva en unas cuantas lecciones gratificantes.

La mayoría de los aciertos del autor, Mark Haddon, son fruto de la elección del narrador y protagonista (en otras palabras, del narrador en primera persona), un chico de 15 años que padece cierta forma particular de autismo. Para empezar, la narración es directamente sensorial, según el niño percibe el mundo, ya que sus capacidades de análisis y síntesis son limitadas. Las digresiones (que las hay en abundancia) se difieren a capítulos independientes que no suelen entorpecer el flujo narrativo (salvo quizá puntualmente hacia el final), sirviendo estos de complemento a la comprensión del personaje y dejando la narración propiamente dicha libre de interrupciones.

Por momentos, además, el narrador no es fiable, rellenando el lector (con su conocimiento del mundo, su capacidad de deducción y su imaginación) los huecos que el protagonista (por adolescente o por autista) no es capaz de comprender. ¿Implicación del lector? Otro acierto.

¿Cómo justifica el autor que un joven autista se detenga a contarnos su historia tan extensamente? Por un lado, hace que su personaje sea aficionado a la lectura, lo que justificaría que sepa defenderse escribiendo, y de paso es un importante punto a favor de la identificación del lector con el personaje, pues garantiza que tendrán algo en común (veáse «La Sombra del Viento» como ejemplo reciente y popular de protagonista lector). Además, una vez que el niño se detiene conscientemente a escribir su experiencia, recibe consejos de una profesora, con lo que obtenemos pequeñas guindas de metaliteratura: «una buena historia debe contener tal elemento, y por eso yo ahora lo introduzco aquí, así». Interesante. ¡Y diferente! Y ayuda a suspender la incredulidad, porque ¿cómo puede este «niño» escribir de forma tan fluida? Porque lee mucho y porque tiene quien le aconseje. (¡Anda! Como vosotros… ;-)

Por último, el niño (como niño que es) utiliza también elementos no narrativos: dibujos, diagramas, etc., que no sólo enriquecen la lectura sino que la diferencian de la mayoría de las novelas del mercado.
Gracias a estos sencillos elementos, el autor consigue un texto al mismo tiempo accesible y diferente, que es al fin y al cabo lo que podría esperarse de un texto creado desde los mecanismos mentales del autismo. ¿El resultado? Sin duda una experiencia conmovedora.

De manera similar, esta recomendación literaria ha quedado bastante distinta a la mayoría de las que circulan por la red, ¿no creéis? Debería ser así, pues el punto de vista de quien la escribe no es el habitual (el de un lector) sino uno menos común (el de un escritor). ¿Os sugiere eso algún enfoque sobre cómo crear personajes o narradores interesantes, por diferentes?

Hoy os dejo la recomendación, y dentro de unos días, esperando quizá que le hayáis hincado el diente, volveré a hablar de este libro para especular cómo pudo haberse concebido, o dicho de otra forma, intentar poner un ejemplo de cómo los conceptos teóricos que vemos en el taller se pueden ir poniendo en práctica por etapas. Pero hasta entonces, disfrutad de uno de los mejores libros que hayan caido en mis manos este año.

La hortogarfiá

Escudo RAE
Escudo RAE

Más de uno se habrá arañado los ojos al ver el titular. No es para menos. A la mayoría de los lectores con un poco de experiencia en tan gratificante tarea, las faltas de ortografía les saltan a la cara como gatos rabiosos en noche de luna llena. En cambio, a otros no. Odio generalizar, pero generalmente son menores de 25 y han pasado diez veces más tiempo con las manos en un teclado que sujetando un libro.

No voy a alzar aquí una voz apocalíptica para alertar de los peligros de internet: la red, como todo, tiene sus defectos. Tampoco pretendo reavivar el debate sobre la conveniencia de abolir las reglas ortográficas. Quizá sería buena idea si se hiciera… pero la cuestión es que no se ha hecho. Hoy por hoy, escribir con faltas de ortografía sigue siendo a todas luces un signo de dejadez e ignorancia.

Esto puede parecer una perogrullada, pero basta darse un paseo por cualquier foro (incluido el nuestro) o leer unos cuantos textos de autores aficionados para darse cuenta de cómo anda el patio. Cometer uno o dos errores en un foro se comprende como fruto no sólo de la rapidez, sino también de la relativa intranscendencia de lo escrito. Cometer uno o dos por línea en un texto literario que haces público, ya sea colgándolo en una web, pasándoselo a un amigo o enviándolo a un certamen (sic), suele ser razón suficiente para ignorarlo en cualquiera de los tres casos.

Por suerte para todos, este problema tiene varias soluciones. La más placentera de ellas, por supuesto, es leer, y no, no basta con leer foros. Ni blogs, ya que estamos. Y al paso que va el periodismo, también evitaría los periódicos y revistas (al menos, si nuestro objetivo es acostumbrarnos a ver textos bien escritos). Aun así, como deberes, no son muy desagradables, ¿no?

Además, aunque resulte un poco más árido, creo que todos los aprendices de escritor deberíamos leer por lo menos una vez la Ortografía de la Lengua Española y así repasar lo que ya deberíamos saber. Por supuesto, una vez metidos en el ajo y en caso de duda, la web de la RAE nos ofrece dos buscadores inestimables: el Diccionario de la Lengua Española (que nos permite comprobar entre otras cosas si una palabra existe o no, su ortografía, y si le estamos dando un uso correcto) y el Diccionario Panhispánico de Dudas (que nos permite saber si una palabra tiene diversos significados en diversas áreas del español, o si se escribe de distintas maneras para diferentes usos).

y haber sinó vuelbe a psaar!!!1

¿Creador o espectador?

Lo habitual al salir del cine con un grupo de amigos es comentar la película, y a menudo, cuando alguno de los más aficionados hacemos un apunte relativo al ritmo, la fotografía, el guión o tal o cual escena, siempre sale el listillo de turno a decir que «yo no me fijo en esas cosas: a mí la peli me gusta o no me gusta»; como si el hecho de comentar los árboles significara que no hemos sido capaces de ver el bosque.

Pero se equivocan (como será evidente para cualquiera que esté leyendo estas líneas, lectores, sin duda, aficionados al análisis y la creación). Como espectadores (o lectores, que al fin y al cabo es una función equivalentes) disfrutamos de la obra tal cual, sin prejuicios. Es después, al terminar, cuando la peli ya nos ha gustado (o no), cuando nos paramos a ver las causas de ese placer (o desagrado).

Como creadores, no debemos dejar que nuestra curiosidad por las estructuras y los intríngulis de las obras nos impida disfrutarlas. Si perdiéramos el placer, perderíamos también el interés. Dejaríamos de ser creadores para pasar a ser, no sé, científicos, meros observadores analíticos. Y la ciencia produce placer, sí, pero el arte no es ciencia. Del mismo modo que para escribir hay que sentarse a poner palabras una detrás de otra (y seguramente un poco de teoría al respecto nos pueda ayudar, puntualmente, a hacerlo), también debemos que disfrutar de la ficción tal cual, independientemente de que después, en las cervezas, destripemos a cada nombre que apareció en los créditos, exluyendo como mucho a los del catering.

También se obtienen ventajas personales con todo este proceso. Para empezar, el placer de una buena película se extiende más allá de su duración, abarcando todo el tiempo posterior en que paladeas sus detalles. Pero además, incluso a películas que no te gustan puedes encontrarles elementos de interés, con lo que al menos las dos horas no están perdidas del todo. Si eres de los que en IMDB sólo puntúa con ceros y dieces, piénsatelo: la ficción tiene muchas capas. «Matrix Reloaded« tenía unos efectos especiales de quitar el hipo, «Hellboy 2: The Golden Army« lucía un diseño de personajes capaz de despertar la imaginación de un ejército y «Lost in Translation« (bostezo)… bueno, no me acuerdo porque casi me duermo, pero algo bueno tendría. Son los primeros ejemplos que me vienen a la cabeza. Sin duda hay pelis aún peores con elementos aún mejores.

De lo que podría sacarse otra conclusión: no sólo hay que seguir a los grandes. No sólo hay que ver a Hitchcock y Welles y Kurosawa. También se pueden sacar ideas de los Wachowski, de Michael Bay o de Ed Wood, si somos capaces de ver lo bueno que cada uno tenga que ofrecer, sea poco o mucho. Y por supuesto, también se aprende mucho de los errores.

Si el que no se fija en esas cosas vota tu corto en Youtube con un cero, no te ofendas. Otro votará con 5 estrellas. Como espectadores, no dan para más (sin duda tendrán cosas buenas que ofrecer en otros campos). Nosotros en cambio, como aficionados a la ficción, contamos con más herramientas que usar cuando sean necesarias. El fontanero no disfruta menos que el adolescente del sexo en la ducha… si se quita el mono de trabajo y deja el equipo en la furgoneta. El autor carga con sus pertrechos todo el tiempo, porque los lleva en la cabeza (exceptuando bolígrafos y diccionarios, vale), pero no tiene que pensar todo el tiempo a través de ellos. Los talleres literarios deben servir precisamente para rellenar de herramientas ese cajón. Del escritor depende no lastrarse cargando con él a todas partes, sino dejarlo a mano para cuando necesite una o la otra. Por ejemplo, al salir del cine, cuando un amigo diga «yo no me fijo en esas cosas: a mí la peli me gusta o no me gusta», querrás tener a mano la llave inglesa para pegarle con ella en la cabeza.

Una historia dentro de una historia

En la sesión 10 parte II he comentado dos cortos de animación con una estructura muy interesante: «La Verdad al Desnudo«, de la serie Las Supernenas, y «Tengo una historia para ti«, del DVD Batman, Guardían de Gotham. Estos cortos ilustran muchos de los temas que hemos tratado en el podcast: narración no cronológica; voz en off; narradores no fiables; múltiples narradores; etc.

Siguiendo con este tema, he subido a YouTube un fragmento de un capítulo de «Roma» que también resulta muy interesante a nivel creativo.

César ha muerto. Rodar la escena del funeral completa es demasiado costoso. ¿Solución que aportan los guionistas? Ruedan algunos planos de multitud llorosa y pira funeraria, y los complementan con esta escena. ¿Hemos perdido espectacularidad? Sin duda. Si los guionistas se hubieran limitado a contar (por ejemplo, a través de un personaje entusiasta) lo que no se podían permitir rodar, la escena habría resultado «barata» en todos los sentidos de la palabra. Pero, chicos listos, le dieron una vuelta de tuerca. ¿Qué se ha ganado a nivel historia?

El personaje no sólo cuenta lo que ha ocurrido. También lo interpreta. El espectador, gracias a su imaginación (de este importante concepto hablaremos muy pronto), puede vivir la escena igual o mejor que si la hubiese visto (porque su mente pondrá detalles de su propia cosecha, de lo que él considera que es digno o noble u ostentoso). El personaje, además, explica las reacciones de los asistentes: la devoción del pueblo por César, y por su actual sustituto Marco Antonio. Pero además, tanto él como sus oyentes comentan los hechos. En lugar de tener sólo una visión de la escena (la de devoción) también tenemos la opuesta (la de rechazo). Entre un bando y otro hay tensión, hay conflicto: hay una historia que contar.

¿No os parece una solución inteligente? Esto que es decir mucho, con economía de medios. ¿Qué opinais?

De compras:
Las Supernenas: Superfarsa y 10º Aniversario (ambas incluyen «La verdad al desnudo»)
Batman, Guardián de Gotham
Roma: temporadas uno y dos