Padres muertos II, alunizaje

Ayer vimos cómo una escena aparentemente trivial, incluso poco creíble, puede acarrear en realidad una fuerte carga emocional. Y eso no se consigue con grandes palabras abstractas que enfaticen los sentimientos de los personajes. Sólo necesitamos tener los datos apropiados, y de nuestra propia experiencia extraeremos el cómo sentirnos al respecto: el dolor de perder a un padre, el contraste entre la cena y el hospital, la soledad. Es el viejo «muestra, no expliques». Así es como construimos historias, escena a escena, añadiendo a lo que sabemos de antes. Fijaos cómo el diálogo no contiene marca alguna, sin embargo siempre sabemos quién está hablando y más aún, que el profesor se muestra escéptico frente a las respuestas de Daniel, todo a través exclusivamente se sus palabras.

Aquí tenemos otra historia sobre padres enfermos de otra estudiante de McCourt. El fragmento proviene del capítulo 16 de «El Profesor»:

photo by Álex Hernández-Puertas

Phyllis escribió una redacción sobre la noche en que Neil Armstrong llegó a la luna, y cómo su familia, reunida para la ocasión, daba viajes del televisor del salón al dormitorio donde su padre agonizaba, de un lado para otro, preocupados por el padre pero también por no perderse el alunizaje. Phyllis dijo que estaba con su padre cuando su madre llamó para que viera a Armstrong poner pie en la luna. Corrió al salón donde todos vitoreaban y se abrazaban hasta que sintió el impulso, un impulso primitivo de correr al dormitorio, donde encontró a su padre muerto. No gritó, no lloró, y todo su problema era cómo volver al salón para decirle a aquella gente tan feliz que papá se había ido.

Esto podría ser un microrrelato en sí mismo, porque cuenta más de lo que contiene: empieza antes del principio (podemos imaginar la larga enfermedad, los preparativos de reunir a la familia para el gran acontecimiento) y continúa más allá del final (cuando se sabe la noticia y las sonrisas se desdibujan).

Pero no hay que confundir una escena con un microrrelato o con una novela. Son cosas distintas. Difícilmente se puede construir una novela por muy buenas que sean sus escenas si las conexiones lógicas (y emocionales) no son satisfactorias. Y tampoco se puede decir que se dominan los fundamentos de la narrativa si sólo se juega a las adivinanzas de los microrrelatos.

Si algo le falta a los libros de McCourt es un sentido de la dirección, pero se les perdona porque son no-ficción. Los elementos autobiográficos pueden traer color y emoción a tu historia, le pueden imbuir (casi literalmente) vida, pero la vida real pocas veces tiene propósito, trama, dirección, sentido, tema. La ficción se alimenta de estos elementos. Manipúlalos a tu conveniencia. O como reza el dicho, nunca dejes que la verdad te estropee una buena historia. Estoy seguro de que ni el propio McCourt lo hizo.

Múltiples puntos de vista

La consulta de ayer de KHaL con sus dos narradores me ha traido a la memoria una novela que intenté leer hace tiempo, «Atlas de Geografía Humana» de Almudena Grandes (quien, casualidades de la vida, anda presentando nuevo trabajo). Su anterior novela, «Malena es un nombre de tango» me había gustado lo suficiente como para probar otra vez.

«Atlas…» cuenta la historia de cuatro mujeres. Si no me falla la memoria (hace 12 años de esto y no tengo el libro a mano), todos los capítulos están narrados en primera persona, pero cada vez por un personaje distinto, de las cuatro protagonistas. Si me falla la memoria, el narrador sería omnisciente, limitado cada vez a una sola mujer. Hablemos por tanto de «personaje punto de vista», que nos vale para ambos casos. De una forma u otra, quizá tengamos una lección que aprender aquí, de los errores ajenos.

El problema era que los personajes no se identificaban de manera alguna al principio de cada capítulo, con lo cual no tenías ni idea de a quién estabas siguiendo esta vez. La idea era, supongo, que una no se llama a sí misma por su nombre cuando piensa, y que el lector podría deducir la narradora por el contexto. Llamadme torpe, pero yo era incapaz. Las cuatro mujeres me parecían intercambiables, porque no tuve tiempo de aprenderme qué características correspondían a cada una cuando ya las estaba mezclando todas. Nunca acabé de leerme el libro.

George R. R. Martin ha creado un reparto absurdamente enorme en su «Canción de Hielo y Fuego«, pero al menos cada capítulo lleva por cabecera el nombre del personaje en cuyo punto de vista nos vamos a centrar a continuación. Al menos sabes de quién te están hablando, que es lo mínimo. Si se te ha olvidado quién es, por exceso de nombres, o porque lleva cuatrocientas páginas sin aparecer… bueno, eso es otro problema.

Ya veis a dónde quiero ir a parar, ¿verdad?

Un escritor pasa muchos meses, casi siempre años, desarrollando los personajes y tramas de una novela hasta que llega a conocerlos mejor que a su familia. Los lectores, en cambio, rara vez se zambullirán a tanta profundidad, e incluso podrían dejar pasar días entre capítulo y capítulo, y peor aún, entre párrafo y párrafo. No es que haya que darles todo el trabajo hecho: a los lectores nos gusta que nos traten como a personas inteligentes. Pero a veces un poco de redundancia es sana: no nos gusta que nos traten como si no tuviéramos otra cosa que hacer que aprendernos el árbol genealógico de tus secundarios. De nuevo la virtudad está en el equilibrio, y el punto de equilibrio, en tu intuición.

Narradores insoportables

Gruñón y Gruñón
Gruñón y Gruñón

KHaL nos hace esta consulta:

Estoy escribiendo una historia (llamémosla así de momento) centrada en dos protagonistas antagónicos. Se narra todo en primera persona desde la perspectiva de cada uno, y me ha surgido una duda: uno de los personajes es muy pedante, ¿debe esto reflejarse en las partes narradas desde su punto de vista? O dicho de otra manera, ¿aunque el narrador sea en primera persona puede o debe distanciarse de la forma de hablar del personaje en el que se encarna para que, por ejemplo en este caso, la narración no se vea pesada por la forma de expresarse del personaje en cuestión? ¿Sería congruente hacerlo aunque narrador y personaje sean el mismo?

Lo que pretendes hacer no se puede hacer*. Un personaje:

  • no puede ser dos personajes
  • no puede tener dos formas distintas de expresarse
  • no puede suavizar su discurso sólo para caerle bien al lector

Ahora bien, un personaje:

  • puede querer aparentar ser más duro de lo que en realidad es
  • puede caerle mal a otros narradores, que le describirán peor de lo que es
  • puede tener doble personalidad
  • puede evolucionar de insoportable a querible gracias a sus experiencias durante la historia
  • puede fingir simpatía si está contando su versión de los hechos a alguien cuyo favor desea conseguir (lector explícito)
  • no tiene por qué caerle bien al lector (véase Lolita)

O dicho de otra forma: *lo que pretendes hacer no se puede hacer… sin justificación dentro de la historia.

Screenwriting Tips

Scriptwriting Tips ofrece diariamente un consejo de sólo un par de líneas, directo y al grano (no como yo, que siempre me enrollo lo indecible).

Los consejos están orientados a guionistas. En muchos casos, el autor (que es un poco borde) se limita a señalar un cliché que considera demasiado repetido. La mitad de las veces los consejos son muy discutibles. Pero a menudo se ofrecen ideas aplicables a cualquier formato, y de vez en cuando se cuela una joya memorable que merece la pena citar aunque sea por su concisión.

Os dejo con una selección de los mejores consejos del último par de semanas.

Escribir bien es lograr que tus personajes hagan cosas inesperadas que cuadran perfectamente con lo que sabemos sobre ellos.

Todas las escenas deben afectar de alguna manera al protagonista, directa o indirectamente. De lo contrario, la escena es inútil. No importa si es el momento más gracioso, terrorífico o interesante del guión: hay que quitarlo.

Si en sus momentos más bajos (Nota: final del segundo acto) tus personajes no se están diciendo los unos a los otros las cosas más terribles, de las que te parten el alma… entonces lo estás haciendo mal.

No hace falta que empieces in media res, pero ¿podrías hacernos a todos un favor y saltarte la parte aburrida?

Para los que no sepan inglés, seguiré trayendo al blog alguna selección de sus consejos conforme se vayan publicando.

Más claro, el vodka

El estilo no debería interponerse en el lector y lo descrito. Debería ser lo más transparente posible.

Diana Athill

Di todo lo que puedas en el menor número posible de palabras, o puedes estar seguro de que tu lector se las irá saltando. Y dilo en palabras lo más sencillas posible, o puedes estar seguro de que las malinterpretará.

John Ruskin

El secreto de la narrativa popular consiste en no poner jamás en una página dada más de lo que el lector común puede absorber sin forzar su relajadísimo nivel de atención.

Ezra Pound

Sacar tiempo

Oh dear! Oh dear! I shall be too late!
Ya se me hizo tarde... ¡Me voy, me voy, me voy!

A menudo nos preguntamos cómo sacar tiempo para escribir.

Últimamente he encontrado un sistema: cuando llego a casa del trabajo y no tengo otro plan, cojo el portátil, pongo música, preparo un refresco, y me siento en el balcón a escribir.

  • ¿Que protestan los gatos? Les echo de comer y sigo escribiendo.
  • ¿Que me da hambre? Preparo la cena, veo algún capítulo mientras como, y sigo escribiendo.
  • ¿Que se acumulan los platos? Limpio la cocina y sigo escribiendo.

Normalmente buscamos tiempo para escribir. A mí me está saliendo bien al revés: escribo, y voy sacando tiempo para lo demás.

¿Por qué no lo pruebas?

Listado de certámenes

No son pocas las webs que recopilan listados de concursos literarios, pero aquí tenéis una de las más exhaustivas: escritores.org.

Como veréis, el listado se organiza por meses en función de la fecha límite para presentar los textos. Por propia experiencia recomiendo centrarse en los certámenes de dentro de un mes o dos, para así tener tiempo de revisar el texto que queráis presentar, maquetarlo, imprimir las copias y enviarlo.