El cartero nos acaba de traer la segunda «Carta a un joven escritor«. ¿Qué te parece?
Más Reverte
- Fecha de la entrada 02 08 2010
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El cartero nos acaba de traer la segunda «Carta a un joven escritor«. ¿Qué te parece?
Me ha encantado esta cita:
No creo en el bloqueo del escritor. Los fontaneros no sufren el bloqueo del fontanero. ¿Por qué tenemos que ser los escritores la única profesión que llama de una forma especial a la dificultad de trabajar?
Hoy mencionaba de pasada Vigalondo en su Twitter (muy gracioso, por cierto, os lo recomiendo) la película Primer, que recuerdo como uno de los bostezos más grandes en la historia del cine. A mi acompañante le encantó, vamos, se pegó una siesta de dos horas memorable. Hasta la butaca se acuerda, todavía. Me llama a veces y me dice, eh, qué tal, ya no venís a dormir nunca…
Y me preguntaba yo otra vez por qué aquella peli independiente de ciencia-ficción (con énfasis en lo de «ciencia») sobre paradojas temporales incomprensibles (¡con lo que me gusta a mí una peli que no se entiende!) pasó por mis retinas con mucha (mucha) más pena que gloria.
Recuerdo que empezó a no gustarme desde muy al principio, cuando los protas andaban dando vueltas por su garaje montando cacharritos y soltando palabrería científico-técnica como si les fuese la vida en ello, o más bien como si llevasen toda la vida haciéndolo. Ahí empezó a fallar: lo que decían no tenía sentido. Y no es que no lo entendiera. Mis conocimientos de física son limitados, pero estudié ingeniería informática un par de años así que no soy del todo virgen en la materia. El caso es que mucho de lo que decían estaba fuera de mi alcance. Pero algunas cosas sí las entendí… y estaban mal.
A partir de ahí, todo lo que salía por sus bocas empezó a parecerme palabrería pedante de guionistas que intentan hacerse los listillos sin saber de lo que hablaban. Lo que me devuelve a la pregunta: ¿cómo semejante guión tuvo tanto éxito de crítica?
Pero hoy se me ha encendido la bombilla: ¡es que yo vi la película doblada! ¿No estará ahí el quid de la cuestión? ¿Y si los guionistas se documentaron debidamente pero los traductores no lo hicieron? (Esto ya parece un post de mi compañero Pablo Muñoz en vez de mío, pero sed pacientes.)
Así que me ha entrado la duda. ¿Debería volver a ver la peli, esta vez en versión original? ¿O seguirá siendo igual de mala, y volveré a perder otras dos horas de mi vida? Si alguno de vosotros la ha visto, decidme, ¿qué os pareció?
Pero a lo que iba todo este rollo: cuando escribais una historia del tipo que sea sobre el tema que sea, documentaos. Siempre (siempre) habrá espectadores que sepan más que tú sobre cualquier tema, y no por eso hace falta convertir tu película (o tu novela) en una enciclopedia (aunque a Reverte le funciona… entre otros); pero si lo que escribes es mentira o no tiene sentido… ¿Recordais lo que dije hace tiempo en el podcast sobre suspensión de la incredulidad? Pues se va a tomar viento: el espectador se vuelve incrédulo y el resto de tu historia no le interesará lo más mínimo.
Escribid sobre lo que conocéis, y aquello que desconozcáis… aprendedlo.
El amigo Jorge Montes, desde México, ha tenido el honor de convertirse en el primer oyente en realizar una donación para el podcast. Mis cálculos son que si un 5% de los oyentes habituales realizase una donación personal de 10 euros, los gastos del servidor quedarían cubiertos durante un año. ¿Qué te parece? ¿Te animas?
Jorge aprovecha también para lanzar un par de preguntas:
En un mundo gloablizado donde aspiramos a que nuestras obras traspasen fronteras, ¿cómo escribir los diálogos de una forma más universal y que no se escuchen falsos? Me explico mejor, yo vivo en México y mis referentes, son de acá conozco cómo hablan los jóvenes de acá, pero si aspiro a concursar en un certamen de novela o guionismo internacional me surgen dudas sobre si debo eliminar los localismos y tratar de escribir en un tono neutro, lo que le resta algo de color a las obras. ¿Cómo se enfrenta un profesional ante este reto?
La pregunta tiene miga, y no creo que exista una respuesta clara. Yo, que leo mucha más literatura anglosajona que hispanoamericana, desconozco los matices que los autores «profesionales» (si es que eso existe) dan a sus obras. No son muchas las películas mexicanas o argentinas que llegan a España, pero las que lo hacen no prescinden de sus formas y acentos. Si lo intentaran, serían seguramente artificiosas y falsas. Algunos directores han optado por rodar en inglés, los más grandes quizá (al menos comercialmente) como Del Toro, Cuarón, Amenábar, Iñárritu… Después de todo, el inglés es el idioma de la globalización, ¿no? Pero lo importante, creo yo, es que el autor se sienta cómodo con lo que está escribiendo. Del mismo modo que no puedes escribir sobre unos personajes que no te interesan o no saldrá nada bueno de una historia que tú no te crees, tampoco puedes utilizar un acento que no sientes como tuyo. Busca un lenguaje que sea auténtico para tu historia y tus personajes. Si son de hoy, son de México y son de la calle, deja que hablen como hablan los mexicanos contemporáneos en la calle. Cualquier otro caso te dará otras voces. Recuerda: lo universal se alcanza a través de lo local, del mismo modo que la idea se alcanza a través del ejemplo (o la abstracción se comprende a través del caso concreto).
También quisiera hacerte una sugerencia para el taller y esta es que en algún programa hables sobre algunas estrategias para lograr que nuestro trabajo se vea publicado o filmado. ¿Cómo acercarse a las editoriales, agentes literarios, concursos o productoras? Sé que quizá no es tema de un taller de creación, pero creo que muchos de los que te seguimos tenemos la intensión de no sólo escribir como pasatiempo y nos serviría conocer tu experiencia.
En efecto, este es un tema que queda totalmente fuera de las intenciones del taller, que se centra en crear historias, por lo que dudo que por mucho tiempo le dedique una sesión a ese tema. Además, siento un autor amateur yo mismo, sería pretencioso decirle a nadie cómo verse publicado. Mi mejor consejo es que saques tu trabajo a la calle, de la forma que sea. Te puedo dar las ideas de las cosas que he probado: escribir una novela «en directo» a través de un blog (poca repercusión, internet no es lugar para leer novelas); rodar mi propio corto (algunos premios y uno de los más vistos en Youtube en castellano); enviar trabajos a todo tipo de certámenes y concursos, empezando por aquellos locales y más modestos (los rechazos te enseñan modestia y los premios señalan tus puntos fuertes); escribir guiones para directores amigos (sin el esfuerzo de rodarlos tú mismo, te aseguras de que salen a la calle); etc. ¡Por no hablar del podcast! En la mayoría de los casos, la respuesta no es proporcional al esfuerzo invertido, pero el primer beneficiado es uno mismo, que va ganando experiencia como escritor. El feedback, a través de las reacciones de público, amigos, lectores o jurados, puede ser un bonus significativo. Por supuesto hay autores que le tienen fobia a esta faceta de la profesión. Quienes se vuelcan en algo esperando resultados y sin pasión, no llegan a nadie, así que de nuevo deberás ver con qué te sientes cómodo y qué te apetece hacer.
Esos son mis consejos para ti, amigo Jorge, pero seguro que de nuestros colegas tendrán algo que aportar en los comentarios…
Escribe el amigo Darksei: «me gustaría proponer como segundo ejercicio, un microcuento, de un tema a alegir por ti (que sea sencillito, je je) y de un número recucido de caracteres: Entre 100 y 200 palabras.»
El microrrelato es una forma de ficción muy interesante de la que hablaremos en algún momento, más adelante. Por el momento estoy evitando mencionar siquiera la microficción, no porque no me guste (que me encanta) sino porque ya me ha ocurrido en talleres anteriores que una vez que empiezas a escribir microrrelatos, resultan tan cómodos que es difícil volver a pensar en algo más largo, no digamos ya un largometraje o una novela. Así que es mejor evitar malos vicios demasiado pronto.
De todas formas, por su extrema brevedad, no permiten desarrollar la mayoría de los conceptos que estamos estudiando: ni estructura, ni línea temporal, ni caracterización de personajes… Por supuesto son geniales para practicar el sintetismo (¿se dice así?) pero creo que tenemos cosas mejores que practicar por el momento. Así que, amigos fans de los microrrelatos, ¡paciencia!
Estoy preparando los apuntes para lo que iba a ser un podcast dedicado a Personajes (y ya llevo material como para cuatro sesiones) y por el camino me he encontrado con varias fuentes que aseguran que tenemos que conocer a fondo a nuestros personajes antes de empezar a escribir: definir su pasado, su personalidad, su fmailia, sus gustos, sus tics, ¡todo! Cuanto más, mejor (ya hablaremos de esto). No voy a discutir que es bueno conocer todos estos detalles de nuestros personajes, pero ¿es necesario desarrollarlos ANTES de empezar?
Los propulsores de esta idea (The WritingCast, entre otros) insisten en que son su personalidad y sus conflictos los que mueven la historia así que ¿cómo vamos a escribir la historia sin conocer a nuestros personajes?
Sin embargo, esto me recuerda a aquella chica de la que hablaba Chris Baty en su libro que desarrolló todo un universo de fantasía tan en profundidad, que cuando quiso empezar a escribir la novela no sabía por dónde empezar, abrumada por el volumen de sus propias notas. Dicho de otra forma, este consejo contradice totalmente los de Brenda Ueland de escribe feliz y contento y sin pensar en nada salvo en ti (así resumiendo).
Lo que me lleva a pensar que los escritores tenemos dos opciones: planificar o reescribir. Y esto sí que no tiene vuelta de hoja.
Los personajes deben tener tres dimensiones. Las tramas deben tener una estructura. Los elementos deben apuntar en una dirección. En el mejor de los casos, nuestra historia una vez terminada cumplirá todos esos requisitos (o habrá encontrado formas originales y válidas para sortear alguno).
Hay quien se siente más cómodo planificando hasta el más mínimo detalle, de forma que una vez empiezan a escribir hay poco margen de error y una necesidad de revisión relativamente escasa. Otros preferimos dejarnos llevar por los meandros de la imaginación, y luego aplicar de maneras salvajes la tijera, aunque en muchos casos signifique reescribir trabajos enteros hasta no dejar en pie ni una sola palabra del original. Todos, sin duda, deberíamos hacer un poco de ambas cosas.
¿Y tú? ¿Planificas o reescribes?
Contra el elitismo de los gafapasta y contra el tópico de «el cine español es una mierda», mi tocayo De la Iglesia publica un artículo en El País que es puro sentido común.
«La única manera de tener una industria más sólida es rodar. Un ejemplo: muchos dicen que nuestro problema son los guiones. Que no se nos ocurren historias que enganchen. Solución: si los guionistas trabajan, y en lugar de un guión escriben veinte, las historias mejoran. Yo conozco el sudor, el trabajo. La inspiración no existe: es un invento de los poetas, que tienen muchísimo tiempo libre. Si los técnicos mejoran, las películas mejoran. Es de cajón.»
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