Mrs. Carrington

Yo que siempre ando criticando el trabajo de los demás, veo justo exponer el mío para recibir mi merecido.

Se acaba de estrenar el episodio 1 del nuevo serial «Mrs. Carrington«.

Leona Carrington acaba de perder a su marido Howard P. Carrington en misteriosas circunstancias, lo que la convierte en heredera de una de las mayores fortunas de Estados Unidos. Desde ese momento, Mrs. Carrington se verá envuelta en una trama de oscuros secretos, acosada por excéntricos personajes que intentarán arrebatarle su fortuna. Pero Leona es una mujer fuerte y llena de recursos…

Mi participación en la serie es como co-guionista, pero también tengo un pequeño papel que estoy seguro dará a Leona no pocos quebraderos de cabeza… ¡Espero que os guste!

Leona Carrington
Leona Carrington

Fetichismo, servidores y otras cuestiones pecuniarias

Punto 1. Desde que empecé este blog (incluso ya antes, en la web del podcast) he intentado hacer un enlace para cada referencia que mencionaba (fuese libro o película u otro), para que quien quisiese investigar y ampliar lo tuviera fácil. Incluso, cuando me ha sido posible, he enlazado a fuentes que ofrecían libros o películas enteros online. Eso no va a cambiar.

Punto 2. Soy un fetichista del libro y del DVD (y supongo que muchos de vosotros también lo sois), por lo que hace tiempo que pensaba enlazar a sitios donde pudiérais comprar las obras de las que hablábamos. Pero no acababa de hacerme gracia hacerle el negocio a nadie. Lo fui dejando.

Punto 3. El tráfico ha estado creciendo imparable mes a mes, y mi servidor me avisa puntualmente de que estoy a punto de saltarme los límites de mi cuenta y empezar a pagar extra. Urgía buscar una fórmula de autofinanciación para el Taller.

Conclusión: Programas de Afiliación. El taller literario acaba de ser aceptado en los programas de afiliación de Casa del Libro, DVDGO (ambos ahora obsoletos) y Amazon. Los he elegido porque tienen amplios catálogos, precios competitivos y gastos de envío razonables. Ya he retocado algunas entradas anteriores para incluir los enlaces, pero me gustaría saber qué opinais al respecto. ¿Debería optar por otras formas de autofinanciación, quizá usar los antiestéticos Google Ads, cobrar suscripciones, abrir un Paypal para donativos, rascarme el bolsillo? ¿Dejarme de enlaces a libros online, que no nos gusta leer en pantalla, y limitarme a los enlaces a tiendas? ¿Integrar los enlaces de afiliados en el texto, o listarlos aparte como en el ejemplo? ¿Todo esto os parece un interesante añadido o un molesto incordio? Me gustaría saber vuestra opinión.

100 blogs

Sigo con asiduidad más series de las que debería, leo más blogs de lo razonable y quiero escribir más cosas de las que puedo, pero es el sino de los tiempos: 24 horas no son suficientes para nadie (vale, ¡salvo para Jack Bauer!). Hoy, por si no tenía bastante, me tropiezo con el Top 100 de los blogs dedicados a escritura en lengua inglesa. Que Poe nos ampare.

El mercado de Beluga

Contra el elitismo de los gafapasta y contra el tópico de «el cine español es una mierda», mi tocayo De la Iglesia publica un artículo en El País que es puro sentido común.

«La única manera de tener una industria más sólida es rodar. Un ejemplo: muchos dicen que nuestro problema son los guiones. Que no se nos ocurren historias que enganchen. Solución: si los guionistas trabajan, y en lugar de un guión escriben veinte, las historias mejoran. Yo conozco el sudor, el trabajo. La inspiración no existe: es un invento de los poetas, que tienen muchísimo tiempo libre. Si los técnicos mejoran, las películas mejoran. Es de cajón.»

De compras: Álex de la Iglesia en DVDGO.

Del libro al cine, un viaje peliagudo

Copio el título del artículo publicado ayer en el diario El País. Trata un tema del que ya hablamos hace tiempo en el podcast: los intríngulis de la adaptación cinematográfica de obras literarias. La profusión de ejemplos que contiene ilustra la lucha de egos que suele suponer el proceso. El artículo es realmente interesante.

Mi opinión al respecto ya la conocéis. El objetivo de la adaptación debe ser una buena película. Si para conseguirla hay que ser fiel al libro, adelante. Pero una novela no se lee en dos horas, por lo tanto no cabe entera en un largometraje. En el instante en que se empieza a adaptar, la fidelidad es imposible. Inmediatamente se aplican dos modificadores inevitables: la tijera y el formato. Y de ahí derivan infinitos reajustes.

Intentar ser fiel es presuponerle a la novela una perfección impropia de obras humanas. Intentar ser fiel a menudo acaba por conducir a una serie de clichés que restan personalidad al film resultante: voces en off que respetan la voz narradora original en detrimento de la narración cinematográfica que debiera ser fundamentalmente visual; sobreabundancia de personajes o acontecimientos, con la consiguiente superficialidad de los mismos; falta de estructura y/o ritmo, etc. Y por supuesto, subyugar la creatividad de guionistas, directores, intérpretes y otros miembros del equipo creativo a una sola voz ajena al proceso cinematográfico es la definición de la palabra castrante.

Ciertos autores parecen olvidar que la película no sustituye a la novela. No la puede traicionar, puesto que no la reemplaza. Tampoco la completa, puesto que ya está terminada. Quizá novela y película sean primas hermanas, pero los pecados de una no condenan a la otra. Cada una tiene sus propios padres, responsables de su formación. Llevan existencias independientes.

No caigamos en el error de la cabra y comparemos lo que no tiene nada que ver.

Son incontables los ejemplos de adaptaciones libres que han pasado a la historia del cine por méritos propios, tomando sus originales literarios como inspiración y no como palabra sagrada. Ahí está el «Apocalypse Now« de Coppola, que respira los aires de «El Corazón de las Tinieblas« de Conrad pero los sopla sobre otras tierras. Ridley Scott apenas debía acordarse de qué iba el «¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?« de K. Dick cuando finiquitó «Blade Runner«, a juzgar por su escaso parecido. El autor de la novela «Alguien voló sobre el nido del cuco« demandó a los productores por cambiar el punto de vista. Los fans de «El Señor de los Anillos« chillaban ante la aparición prematura de Arwen o la ausencia de Tom Bombadil. Al pensar en Hitchcock, ¿cuántos se acuerdan hoy de que «Psicosis« está basada en una novela «pulp» de Robert Bloch, o de que «La Ventana Indiscreta« , «Vértigo«, «Extraños en un Tren«, «Rebecca«… son todas adaptaciones literarias? Kubrick y Clarke escribieron juntos el guión y la novela de «2001: Una Odisea del Espacio« respectivamente, pero cada uno especializó su obra siguiendo derroteros totalmente diferentes. Estas enormes infidelidades no impiden que estos títulos se encuentren entre las mejores películas de la historia del cine. Y eso, queridos amigos, no hay escritor egocéntrico que lo discuta.

De compras:
«Apocalypse Now Redux« adapta «El Corazón de las Tinieblas« de Joseph Conrad.
«Blade Runner« adapta«¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?« de Philip K. Dick.
«Alguien voló sobre el nido del cuco« adapta la novela de Ken Kesey.
«El Señor de los Anillos« adapta las novelas (La Comunidad del Anillo, Las Dos Torres y El Retorno del Rey) de J.R.R. Tolkien.
«Psicosis» adapta la novela corta de Robert Bloch.
«La Ventana Indiscreta« adapta el relato de Cornell Woolrich.
«Vértigo (De entre los muertos)« adapta la novela de Pierre Boileau y Thomas Narcejac.
«Extraños en un Tren« adapta la novela de Patricia Highsmith.
«Rebecca« adapta la novela de Daphne Du Maurier.
«2001: Una Odisea del Espacio« se escribió paralelamente a la novela de Arthur C. Clarke.

The Paris Review

La recomendación de hoy es para angloparlantes, pero si te defiendes con el idioma, contiene material para tenerte entretenido durante meses.

The Paris Review es una revista literaria con más de cinco décadas de historia a sus espaldas. Desde su fundación, evitó que la crítica literaria imperara en sus páginas, dando siempre prioridad a los trabajos inéditos y sirviendo así de trampolín a nombres hoy imprescindibles como Jack Kerouac, Italo Calvino o Samuel Beckett. Los editores se marcaron como objetivo que no fueran los críticos sino los autores quienes hablaran de su vida y su arte por sí mismos. Nació así la serie de entrevistas Writers at Work, que se ha convertido en una colección histórica de autorretratos literarios.

La buena noticia es que un número importante de estas entrevistas está ahora disponible en la página web de The Paris Review. Nombres del peso de Capote, Hemingway, Huxley, Stoppard o Vonnegut (por mencionar sólo algunos) disertan extensamente sobre su vida, su trabajo y, en ciertas afortunadas ocasiones, su acercamiento a la creación literaria. Próximamente comentaré aquí fragmentos de alguna que otra de esas entrevistas, pero mientras tanto, os dejo el enlace para que disfrutéis de unos tutores de auténtico lujo.

The Paris Review interviews
The Paris Review interviews

De compras: Jack Kerouac, Italo Calvino, Samuel Beckett, Truman Capote, Ernest Hemingway, Aldous Huxley, Tom Stoppard o Kurt Vonnegut

La importancia de desechar buenas ideas

Esta vez la reflexión nace a raíz de algo que alguien dice que dijo Steve Jobs (Apple). Sea cual sea el origen, os recomiendo leer la historia completa aquí.

Para los perezosos, lo resumo. A la hora de desarrollar un producto, es fácil descartar las malas ideas. No es difícil tampoco identificar las ideas mediocres y deshacerse de ellas. Pero si se trabaja a fondo, aún quedarán sobre la mesa innumerables buenas ideas, y en esas circunstancias es fácil perder la perspectiva de que es imposible implementarlas todas. Intentarlo impedirá concentrar esfuerzos en ninguna de ellas, y el resultado será un producto lleno de buenas intenciones mediocremente ejecutadas.

Aunque esta teoría hable de empresas, trabajadores y productos, podemos aplicarla igualmente a creatividad, escritores y novelas: un exceso de ideas (por buenas que sean) impiden profundizar lo bastante en ninguna de ellas como para que el texto resulte interesante por ninguno de sus enmarañados contenidos.

Otro error típico de principiante (y en el podcast ya he hablado de unos cuantos) es intentar escribir una novela o largometraje que resuma nuestra visión del mundo, nuestras opiniones sobre política y sociedad, sobre el amor y sobre cualquier otra cosa de la que uno crea tener algo que decir. El resultado suele acabar distando mucho de ser una obra literaria, y parecerse más al monólogo etílico de quienes arreglan el mundo de madrugada desde el sofá de su casa. Tampoco hace falta ser monotemático, es bonito ser plural y el mundo es poliédrico. Precisamente por esto último, no intentemos meterlo entero en un fragmento de ficción.

Recordad que Poe recomendaba centrarnos en el efecto que pretendemos causar con nuestra historia y no desviarnos de él. Recordad lo que dice Michael Ende respecto a ocuparnos de una sola cosa cada vez. Recordad que las capas de una historia son contenido, forma y tema (o temas, pero en un plural pequeño que no pretenda abarcar todo el abanico de la experiencia humana). Recordad también lo que dijimos sobre las abstracciones, sobre percibir el mundo a través de los sentidos y que sea nuestra experiencia la que interprete lo vivido. No escribáis ensayos, no deis lecciones, pero sobre todo, no deis todas las lecciones. Elegid unas pocas buenas ideas y centraos en ellas. Vuestros lectores os lo agradecerán. El resto de las buenas ideas, las descartadas… bah, con el tiempo ya veréis si funcionan bien en alguna otra parte o si (seguramente) se os ocurren otras todavía mejores.