Abstractamente

Katherine hace uso del formulario de contacto para hacernos una consulta:

Me está gustando mucho poner «mente» a los adjetivos para dar otro mismo dentro del texto (Ej: Extrañamente absurdo) ¿Es esto un mal uso de las palabras o hace parte del estilo?

¡Creo que eso de usar (por no decir «abusar de») los adverbios acabados en «-mente» es una fase por la que hemos pasado todos! Yo también los usaba mucho. Luego leí por ahí que eran un vicio de principiante y que había que evitarlos a toda costa. ¿Y por qué?, me preguntaba yo. ¿Qué tienen de malo?
Con el tiempo me di cuenta: los adverbios acabados en -mente son abstracciones. De ellas hemos hablado bastante en el podcast, por ejemplo en la sesión 8, y creo que también en la 4 y en la 27. Ni siquiera son abstracciones aisladas (no son un sustantivo como «paz» o «velocidad»), sino que modifican a otra palabra (un adjetivo o un verbo), y estos a su vez pueden ser abstracciones, como en tu ejemplo («absurdo»).

Si dijeras «ligeramente amarillo», al menos lo modificado no sería una abstracción: el color es algo que podemos percibir con los sentidos. Pero ese «ligeramente» ya lo hace un poco más abstracto. ¿Cuán amarillo es? Habría sido más directo decir «beis», «color arena», «pajizo» o «rubio». Menos palabras dicen más, porque comunican al lector la imagen de forma más directa y concreta.

Borrachera poética

El escritor que se preocupa más de las palabras que de la historia (personajes, acción, ambientación, atmósfera…) dificilmente podrá crear una fantasía vívida y continua. Él mismo se entorpece. En su borrachera poética, es incapaz de distinguir el carro (y lo que transporta) del caballo.
John Gardner (visto en LitReactor)