¿Qué es el plagio?

Gisela Campos, desde México, pregunta:

Sé que cuando se copian ideas, se comete un plagio.

Mi duda es, si por accidente el tema que uno ha desarrollado ya lo ha escrito alguien más, ¿es considerado plagio? Si es así, ¿cómo saber si uno se está metiendo en problemas sin darse cuenta?

Libros hay millones, ¿cómo saber que traen todos?

Este tema ya ha surgido en un par de ocasiones (se planteó una vez este debate, y también surgió el tema en los comentarios a esta entrada), pero creo que nunca lo hemos tratado en profundidad.

La Real Academia define la acción de plagiar como:

Copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias.

La definición está muy clara, pero tiene un punto muy ambiguo: «en lo sustancial». En un caso como el que propone Gisela, podrían darse coincidencias de temas, de situaciones o de personajes. Por ejemplo, podrías escribir una novela sobre vampiros de color celeste que viven en la cara oculta de la luna y a lo mejor da la repajolera casualidad de que alguien ha escrito una novela con la misma premisa (¡que ya es coincidencia, oiga!). Pero lo más probable es que no haya muchas coincidencias más y las historias de esos vampiros sean fundamentalmente distintas.

Cada género tiene sus convenciones y, así, en muchas novelas del mismo género van a darse situaciones muy similares: todas las novelas románticas tendrán escenas de cama, las novelas de abogados tendrán grandes discursos y las de gángsters, algún tiroteo. Si el sexo o el discurso o el tiroteo están bien escritos, serán únicos y especiales, y si están escritos sin imaginación, serán rutinarios y aburridos, pero no por esos sus autores van a ser acusados de plagio.

Los casos más famosos de plagio estaban claros y eran muy extremos. Copio lo que dice Wikipedia sobre el famoso caso de Ana Rosa Quintana:

En el año 2000 se produjo su polémico debut como escritora, con la novela Sabor a hiel […]. El libro se convirtió rápidamente en un éxito, con más de 100.000 copias vendidas […]. Sin embargo, poco después de su salida al mercado, se descubrió que algunos párrafos de la novela habían sido copiados de la obra Álbum de familia de Danielle Steel. Inicialmente, Quintana lo atribuyó a un error informático, y, mientras la Editorial Planeta preparaba una segunda edición corregida, la revista Interviú reveló la presencia de otros pasajes copiados, literalmente, de Mujeres de ojos grandes, obra de la autora mexicana Ángeles Mastretta. Quintana, en un comunicado público, responsabilizó de lo sucedido a un estrecho colaborador, el periodista David Rojo (su excuñado) y, por su parte, Planeta retiró el libro del mercado.

Aquí estamos hablando de párrafos enteros. Eso sí es plagio.

La línea quizá sea delgada (si las similitudes son sumerosas), pero desde luego no corres peligro de cruzarla por accidente.

Inéditos y editoriales

Llegamos hoy a una vieja consulta de Alma, que nos escribe desde los Estados Unidos. Habitualmente os escribo para avisaros de que voy a responder a vuestra consulta, pero en el caso de Alma, ¡su correo ya no existe! ¿Tanto he tardado? Se me cae la cara de vergüenza.

En fin, aquí va la consulta, y espero que a Alma se le ocurra pasarse por aquí a leerla:

He firmado contrato con una editorial a quien contacté via e-mail. La elegí porque me parece seria y porque respondió antes que las demás, 4 o 5 a quienes también les envié mi novela. El contrato solo era para ePub, no para publicar en papel (no obstante, acepté, pues eso de estar esperando respuestas no me gusta). Mi editorial ya ha puesto mi novela en Amazon, entre otras tiendas «on line». Mi pregunta es si crees tú que encontraré una editorial a la que no le importe que mi manuscrito esté disponible en ePub, es decir, no sea inédito. La otra pregunta es que si sabes de alguna dispuesta a recibir un manuscrito en esta forma.

Ante todo, enhorabuena por esa publicación, y espero que tu novela esté teniendo buena acogida. Me temo que no tengo mucho que ofrecer como respuesta, lo que quizá sea un alivio, porque a estas alturas ya debes de haber encontrado tu propio camino en las procelosas aguas editoriales.

La respuesta, como en tantas ocasiones, varía caso por caso. Cada editorial tiene sus propias reglas a la hora de aceptar originales (si es que los aceptan: ya dijimos que muchas editoriales no aceptan originales si no les llegan a través de un agente). Algunas no querrán que el original se haya publicado en ningún formato, ni siquiera electrónico. Otras simplemente exigirán la exclusiva impresa. De hecho, está volviendo cada vez más común que las editoriales «tradicionales» (a las que entiendo que te refieres en las últimas frases de tu consulta) busquen nuevos talentos que ya han tenido éxito en formato electrónico para dar juntos el salto al papel, aunque hay que decir que es posible dar ese salto y salir perdiendo.

Alma, si estás leyendo esto, te invito a repasar esta entrada del blog (y a seguir los enlaces que en ella se encuentran) para profundizar en el tema. Os invito también, a ti y a todos los que estéis trabajando con editoriales o autopublicando vuestras obras, a que compartáis vuestra experiencia en los comentarios.

(English) Making the leap

Disculpa, pero esta entrada está disponible sólo en English.

El niño al que se le murió el amigo

Ana María Matute (1925-2014)

Una mañana se levantó y fue a buscar al amigo, al otro lado de la valla. Pero el amigo no estaba, y, cuando volvió, le dijo la madre:

-El amigo se murió.

-Niño, no pienses más en él y busca otros para jugar.

El niño se sentó en el quicio de la puerta, con la cara entre las manos y los codos en las rodillas. «Él volverá», pensó. Porque no podía ser que allí estuviesen las canicas, el camión y la pistola de hojalata, y el reloj aquel que ya no andaba, y el amigo no viniese a buscarlos. Vino la noche, con una estrella muy grande, y el niño no quería entrar a cenar.

-Entra, niño, que llega el frío -dijo la madre.

Pero, en lugar de entrar, el niño se levantó del quicio y se fue en busca del amigo, con las canicas, el camión, la pistola de hojalata y el reloj que no andaba. Al llegar a la cerca, la voz del amigo no le llamó, ni le oyó en el árbol, ni en el pozo. Pasó buscándole toda la noche. Y fue una larga noche casi blanca, que le llenó de polvo el traje y los zapatos. Cuando llegó el sol, el niño, que tenía sueño y sed, estiró los brazos y pensó: «Qué tontos y pequeños son esos juguetes. Y ese reloj que no anda, no sirve para nada». Lo tiró todo al pozo, y volvió a la casa, con mucha hambre. La madre le abrió la puerta, y dijo: «Cuánto ha crecido este niño, Dios mío, cuánto ha crecido». Y le compró un traje de hombre, porque el que llevaba le venía muy corto.

Ana María Matute, Los niños tontos (1956)

El espacio físico, el universo, la ciudad

Seguimos respondiendo a las consultas atrasadas. La de hoy (ejem: la de hace un año, debería decir) viene desde Ecuador pasando por Suiza, de la mano de Eduardo:

Creo que no se ha escrito nada sobre mi ciudad natal (Santo Domingo, Ecuador). Quiero incluirla en mis historias de ficción, y no sé si tienes algún consejo en cuanto a enfocar una ciudad o pueblo en concreto.

Ambientar nuestras obras en lugares que conocemos puede aportarnos numerosas ventajas:

  • Ahorra tiempo, ya que apenas necesitaremos documentarnos (al menos sobre ese aspecto del relato). Y recordad lo que proponen muchos autores: escribe sobre lo que conoces.
  • Proporciona verdad al relato, si me permitís la expresión, y con esto no me refiero tanto a la documentación mencionada arriba (p. ej. que los nombres de calles sean correctos) sino a la sensación de presencia que podéis transmitir al transcribir vuestras propias experiencias. Dicho de otra manera: si puedes transmitir las sensaciones que te provoca el lugar, estarás haciendo buen uso de ese truco sobre el que nunca dejaré de insistir: deja que tu lector experimente tu mundo a través de los cinco sentidos.
  • Casi toda la literatura nos sirve al mismo tiempo para evadirnos y para conocer mejor el mundo en el que vivimos… y a nosotros mismos. Un punto geográfico del globo puede cumplir ambas funciones: nos ayuda a viajar con la imaginación y, al mismo tiempo, nos enseña cómo es la vida en otros lugares.
  • Ya lo he dicho varias veces: del mismo modo que la idea se alcanza a través del ejemplo (o la abstracción se comprende a través del caso concreto), lo universal se alcanza a través de lo local. Darle a tu relato un lugar en el mundo no reduce su ámbito de interés sino que lo amplía. No sé vosotros, pero yo todos los premios Nobel que he leído están claramente ambientados en los lugares donde el autor ha vivido: Halldór Laxness, Camilo José Cela, John M. Coetzee… Incluso los más imaginativos o «mágicos» como José Saramago o Gabriel García Márquez muestran raíces fuertes.

Santo Domingo de los Colorados from Cerro Bombolì (Wikipedia)
Santo Domingo de los Colorados, vista desde el cerro Bombolì (Wikipedia)

Aunque haya separado estas ideas en diversos puntos, en realidad se tocan en las puntas, ¿verdad?

Pero no he respondido a la pregunta. He recitado las ventajas de escribir acerca de tu lugar de origen, pero no cómo hacerlo. Y no lo he hecho porque las respuestas a esta pregunta pueden ser tan variadas como las propias historias, como las ciudades mismas. Cómo enfocar la ciudad dependerá de cómo sea la ciudad y de lo que quieras contar de ella, pero también de cuál es la historia que en ella transcurre, de cómo afecta el escenario a la acción y a los personajes.

Del mismo modo que no hay un narrador correcto para todas las historias, tampoco hay una única forma de utilizar el escenario. ¿Quieres escribir un paseo documental por tus recuerdos? ¿O un drama que, aunque ficticio, refleje los problemas sociales de tu entorno? ¡Utiliza los elementos que necesites en función del efecto que quieras conseguir, y recuerda que un mismo lugar puede servir de escenario a muchas historias distintas!

Y vosotros, ¿disfrutáis leyendo historias ambientadas en sitios remotos? ¿O mejor si son ciudades que conocéis? ¿O quizá preferís mundos imaginarios? ¿Y al escribir, tenéis las mismas preferencias? ¡Contadnos en los comentarios!

Seudónimos

Seguimos con las consultas pendientes. Hoy, una pregunta realizada por Anita en un comentario a esta entrada. Dice así:

Se me ha ocurrido una pregunta relacionada con el estilo. En el caso de los autores que escriben simultáneamente con su nombre y con pseudónimo… ¿cómo lo hacen? ¿Su estilo es único y reconocible o lo cambian conscientemente?

Se me ocurre el ejemplo de Juan Eslava Galán, que su línea histórica (creo) la escribe bajo el nombre de Nicolás Wilcox. Seguro que hay muchos ejemplos más. Anne Rice antes de su saga de vampiros escribió nosequé con otro nombre y se dice que detrás de la autora erótica Sylvain Reynard hay un autor (o autora) de best seller que ni imaginamos.

Supongo que influye si el pseudónimo es secreto o si es de dominio público como el de Juan Eslava Galán, pero, ¿cómo crees que puede resolverse este problema normalmente?

¡Interesante cuestión! ¿Qué creéis vosotros?

Los ejemplos que has puesto son muy significativos: ¡son autores que utilizan nombres distintos solo cuando se embarcan en proyectos distintos a su línea habitual! Esto es especialmente común en el género erótico, considerados por muchos «menor» o «inferior», y que muchos autores prefieren mantener separado de su obra «para todos los públicos».

No todos hacen estas divisiones. Me viene a la cabeza Jordi Serra i Fabra, que tan pronto publica un ensayo científico como la biografía de una estrella del rock y cuyas obras de ficción saltan del realismo adolescente a la ciencia ficción. Pero muchos son los que prefieren mantener separadas sus diversas facetas literarias bajo nombres independientes, para no confundir a su público fiel.

Y aquí está el quid de la cuestión: no necesitan cambiar de estilo. Precisamente porque tratan temas tan distintos en unos libros y en otros, no serán muchos los lectores que accedan a ambas obras y, para aquellos que lo hagan, será difícil identificar las semejanzas si no saben de antemano que los dos textos provienen de la misma mano. ¡Justo de esto trataba la última sesión del podcast! En el momento en que un autor centra su atención en unos temas o en otros, distintos aspectos de su personalidad se van a ver reflejados en el texto, y eso es, al fin y al cabo, lo que define tu estilo: tu personalidad, tú mismo.

Otra cuestión sería que el autor quiera voluntariamente experimentar con distintas voces, probar bajo un pseudónimo lo que no se atreve a hacer bajo su nombre real, marcar las diferencias artificialmente para demostrarse a sí mismo que puede dominar diversos estilos… Pero para todo esto no hace falta un seudónimo: solo hace falta proponérselo.

Os paso a vosotros, queridos lectores, la última pregunta de Anita:

¿Sabes de algún otro caso interesante?

Consultas vetustas

Durante varios años me comprometí a responder a todas las consultas que iban llegando, ya fuera en este blog o a través del podcast, y por eso, incluso cuando he tenido el taller abandonado, he mantenido a buen recaudo las consultas pendientes de responder. ¡Las más antiguas de ellas llevan ya casi dos años esperando! Pero como dijo el árabe loco:

Que no está muerto lo que eternamente puede dormir
y en tiempos extraños aun la muerte puede morir.

O lo que viene a ser lo mismo: ¡despierto de mi letargo para contestar a vuestras consultas! Es probable que muchas hayan perdido ya su relevancia para quien las planteó, pero espero que sigan siendo útiles para otros, o mejor aún, que den pie a debate.

Becas de creación: José Magali me preguntaba si conozco becas de creación como las que ofrece la Fundación Antonio Gala. La verdad es que no conozco ninguna otra y me pregunto si sobrevivirán muchas, con los recortes en materias culturales que hemos tenido estos años… Os animo a que compartáis en los comentarios las que podáis conocer.

Escuelas de escritura creativa: Rodrigo Azcárraga planeaba trasladarse de México a España y se preguntaba dónde se ofrecen los mejores cursos de creación. Yo mismo llevo ya unos años fuera de España, pero quizá vosotros podáis compartir vuestras experiencias y opiniones. ¿Y tú, Rodrigo? ¿Cruzaste el charco al final?

Leer vuestros textos: Sois varios quienes me habéis enviado vuestros textos (completos o incompletos) para que os diera mi opinión, pero ya dije cuando empecé este taller que eso quedaba fuera de mis posibilidades. Aun así, quiero agradecer la confianza que habéis mostrado al enviármelos: Sebastián León Vera, Eleazar Peña Cervantes, Miguel Ángel Navarro, Pablo Santillán, Elmer D. Escoto R., Víctor Hugo Miaz Serrano, Fernando Salmerón… Os invito a publicar en los comentarios enlaces a vuestros textos, para que otros seguidores del blog puedan leerlos y quizá comentarlos con vosotros (pero, por favor, no incluyáis relatos completos en los comentarios).

Publicar en Amazon: El mismo Miguel Ángel  que comparte arriba su novela (publicada en Bubok) me preguntaba cómo publicarla en Amazon. Ya describí el proceso en esta entrada del blog. Aunque ya tiene unos añitos, sigue siendo correcta en la mayoría de los datos. Si no me equivoco, ahora ha desaparecido el minimo de 10 euros para realizar pagos (Amazon te embolsará periódicamente lo que hayas ganado aunque no alcance esa cantidad). Y también merece la pena comentar que he ingresado más mediante la participación en el programa de préstamos KDP Select que mediante la venta directa de las obras (aunque en ambos casos, he de admitir, las cantidades han sido muy reducidas).

Software: Miguel Ángel menciona también una herramienta de escritura que yo no conocía, llamada yWriter. ¿Por qué no nos cuentas algo de ella? Hace tiempo hice una vaga promesa de revisar en algún momento los distintos programas de escritura disponibles en el mercado, pero tengo que admitir que no he seguido investigando el tema. ¿Alguien se anima a compartir sus experiencias?

La Sirena: ¡Bradbury vuelve! Su relato jugó un papel significativo en los inicios de este taller (incluso dio pie a un tema de electrónica ambient) y todavía llegan consultas relativas a él. Como propuse en la sesión 3, Miguel Gordillo me envía su análisis de la estructura del relato, pero espero que escuchar la sesión 4 haya resuelto cualquier duda pendiente (y de no ser así: ¡comentario al canto!). Sergio Oliva quedó fascinado por la luz «roja, blanca, roja, blanca…» que aparece en dos ocasiones, y me pregunta qué puedo decir sobre ese recurso. La pregunta es vaga, pero creo que queda respondida en la sesión 8 del podcast: percibimos el mundo a través de los sentidos. Hablábamos allí de evitar los conceptos abstractos y usar preferentemente verbos que representen acciones físicas, y nombre y adjetivos relativos a cualquiera de los cinco sentidos. A veces, las palabras más sencillas son las más evocadoras, como los son en este caso los colores.

Foro: Josué, desde el sur de Europa (y antiguo compañero de escenarios, si mi intuición no me engaña), me animaba a continuar el podcast (¡no prometo nada! ;-). Carlos Salinas también pide más. Julián me preguntaba si el foro va a volver a activarse en algún momento. La verdad es que no lo veo factible, entre los problemas de spam que tuvimos entonces y lo parados que están el blog y el podcast. ¿Utilizáis vosotros algún otro foro? ¿A qué fuentes habéis estado recurriendo desde que desaparecí? ¿Creéis que deberíamos crear algún otro punto de encuentro como pueda ser, por ejemplo, un grupo de Facebook? ¡Se aceptan sugerencias!

Me quedan pendientes algunas consultas un poco más extensas: de Alma desde Estados Unidos, Eduardo de Santo Domingo, Gisela de México, Silvana de Argentina, Anita desde su casa y la más reciente de Joanita. ¡Espero irlas contestando en los próximos días, y espero también que no se me haya olvidado nadie!