Os tengo abandonados, lo sé, no creías que no me pesa la conciencia. Pero es que tampoco me pincháis, puñetas. Dejad de felicitar tanto y preguntad más. Los halagos me apoltronan, las preguntas me tiran de la lengua.
Hoy me ha tirado de la lengua, sin pretenderlo, una entrada de la amiga Marina en su blog Más sobre los lunes. Que se acerca el nano y la mujer no sabe qué hacer con su vida:
[…] estaba tan triste que pensaba: es un buen momento para escribir una novela. Me salvará de la ola de pena del otoño. Total: escribo post de mil palabras con relativa facilidad. Con escribir el doble al día podría completar las cincuenta mil. Dejo de nadar, dejo de publicar aquí a diario y ya sacaría el tiempo suficiente. No voy a dejar de escalar, que quede claro: antes no duermo.
Mola más leer el post completo. Yo no me he podido contener y he tenido que responderle. He pensado que quizá esas reflexiones también os puedan ser útiles a alguno de vosotros, y quizá animaros a que os tiréis a la piscina. ¡Feliz noviembre!
Yo he dejado de leerte desde que escribes todos los días. La vida no me da pa tanto blog. Hoy he visto que tenía 16 entradas pendientes tuyas y he estado a punto de borrarte de mi Google Reader (total, las entradas bonitas ya las comparten puntualmente mis amigas). Te has librado porque has escrito sobre el Nano. Resumiendo, que si dejas de escribir todos los días, yo tan feliz. Prefiero leerte destilada a ahogarme y no leerte.
Yo solo hice el nano un año, y abrí un blog aparte, privado y por invitación, donde subía un capítulo cada día o dos para que los amigos leyeran y comentaran. Eso me animaba a escribir, porque no lo hacía solo para mí, tenía un público entusiasta que pedía más, que quería saber cómo seguía la historia. Aunque mi determinación flaqueara, no podía dejarles tirado. Ni que decir tiene que llegué puntualmente a las cincuenta mil palabras (concretamente, todavía lo recuerdo, acabé en 51.111).
Los blogs pasan, las novelas quedan. Poco a poco he ido puliendo aquel nano y lo tengo presentado a un certamen. No creo que gane, porque por mucho que lo he pulido, la estructura sigue siendo un poco regulera. Pero lo que yo he aprendido, eso no me lo quita nadie. Y la novela terminada, tampoco.
Pero ante todo: escribe lo que te apetezca.