El escritor que se preocupa más de las palabras que de la historia (personajes, acción, ambientación, atmósfera…) dificilmente podrá crear una fantasía vívida y continua. Él mismo se entorpece. En su borrachera poética, es incapaz de distinguir el carro (y lo que transporta) del caballo.
John Gardner (visto en LitReactor)
Mucha verdad tiene esas palabras. Uno a veces se obsesiona con la apariencia y palabras y deja de lado lo verdadero y esencial.
Un saludo