The Paris Review

La recomendación de hoy es para angloparlantes, pero si te defiendes con el idioma, contiene material para tenerte entretenido durante meses.

The Paris Review es una revista literaria con más de cinco décadas de historia a sus espaldas. Desde su fundación, evitó que la crítica literaria imperara en sus páginas, dando siempre prioridad a los trabajos inéditos y sirviendo así de trampolín a nombres hoy imprescindibles como Jack Kerouac, Italo Calvino o Samuel Beckett. Los editores se marcaron como objetivo que no fueran los críticos sino los autores quienes hablaran de su vida y su arte por sí mismos. Nació así la serie de entrevistas Writers at Work, que se ha convertido en una colección histórica de autorretratos literarios.

La buena noticia es que un número importante de estas entrevistas está ahora disponible en la página web de The Paris Review. Nombres del peso de Capote, Hemingway, Huxley, Stoppard o Vonnegut (por mencionar sólo algunos) disertan extensamente sobre su vida, su trabajo y, en ciertas afortunadas ocasiones, su acercamiento a la creación literaria. Próximamente comentaré aquí fragmentos de alguna que otra de esas entrevistas, pero mientras tanto, os dejo el enlace para que disfrutéis de unos tutores de auténtico lujo.

The Paris Review interviews
The Paris Review interviews

De compras: Jack Kerouac, Italo Calvino, Samuel Beckett, Truman Capote, Ernest Hemingway, Aldous Huxley, Tom Stoppard o Kurt Vonnegut

Series

En el taller he hablado con frecuencia de la potencia que han cobrado en la última década las series de televisión como formato narrativo. No he descubierto la pólvora. El tema lo cubre de manera soberbia un extenso reportaje publicado en El País hace unas semanas y al que tengo poco que añadir.

Sí quiero animar, en cambio, a quienes aún no se hayan aficionado a esta nueva corriente a sumar las series a sus hobbies, sobre todo si es en sustitución de la aburrida televisión convencional y el absolutamente vacío zapeo. ¿Por dónde empezar? El artículo mencionado hace un buen repaso de las mejores series del momento, entre las que destacan por méritos propios las de HBO (Roma, Los Soprano, A Dos Metros Bajo Tierra, Sexo en Nueva York, Carnivàle, y la primera de todas, aún imbatida en su género: Fraggle Rock). La elección personal de cada uno debe depender de factores personales, empezando por los gustos (HBO para adultos, Fox para jóvenes tirando a frikis, etc.), cubriendo géneros (¿qué tal ir viendo una comedia y un drama paralelamente?), dependiendo de idiomas (¿disponibilidad de doblaje o preferencia por los subtítulos?) y teniendo en cuenta la disponibilidad de tiempo a largo plazo (series de 5 a 10 temporadas frente a miniseries de pocos capítulos) y también a corto (las duraciones por episodio oscilan entre los 22 minutos y la hora y pico).

La ventaja es que internet en general y la vaguedad de la actual legislación española en particular nos permiten descargar las series para disfrutarlas a cualquier hora. Aparte del archiconocido eMule, existen innumerables recursos, entre los que recomendaría el blog Espoiler o el buscador Taringa, por citar sólo un par. Si la facilidad te parece poca, ahora también te puedes llevar las series puestas en el iPod, iPhone o móvil de última generación, para verlas donde te dé la gana, gracias a webs como esta.

Mis recomendaciones podrían no acabar nunca, pero mis imprescindibles serían: Perdidos, que a pesar de los altibajos mantiene un nivel de intriga y una densidad de trama endiablados; Mujeres Desesperadas, que combina delicadamente humor y drama en una de las series más artificiales y humanas que se hayan visto; la poco conocida Carnivále, capaz de desbancar de su trono a la intocable Twin Peaks; y The IT Crowd, pura comedia del siglo XXI concentrada. Por supuesto, habría que salpimentar el cóctel con algunos episodios sueltos de Friends, Futurama, Los Simpson (pero quién no ha visto ya todas estas), House o Sexo en Nueva York, para ver lo que se cuece, y quizá la primera temporada de 24, aunque lo importante sin duda es husmear y elegir personalmente nuestras favoritas. El mar está lleno de peces, señoras y caballeros, y en sus profundidades se esconden innumerables tesoros. Pasen y vean.

De compras:
A Dos Metros Bajo Tierra: pack con la serie completa (5 temporadas)
Carnivàle: temporadas uno y dos (inglés)
Fraggle Rock: serie completa (inglés región 1 por desgracia)
Friends: pack con las diez temporadas
Futurama: pack con las cuatro temporadas
House: pack con las temporadas uno, dos, tres (incluye libro) y cuatro (va por la quinta)
Los Simpson: temporadas uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once
Los Soprano: pack con la serie completa (6 temporadas)
Mujeres Desesperadas: temporadas uno, dos, tres y cuatro (va por la quinta)
Perdidos (Lost): temporadas uno, dos, tres y cuatro (va por la quinta de seis)
Roma: temporadas uno y dos
Sexo en Nueva York: pack con la serie completa (6 temporadas)
The IT Crowd: pack con las temporadas 1-3 (inglés)
Twin Peaks: pack con la serie completa
24: pack con las temporadas 1-6 (va por la séptima)

¿Creador o espectador?

Lo habitual al salir del cine con un grupo de amigos es comentar la película, y a menudo, cuando alguno de los más aficionados hacemos un apunte relativo al ritmo, la fotografía, el guión o tal o cual escena, siempre sale el listillo de turno a decir que «yo no me fijo en esas cosas: a mí la peli me gusta o no me gusta»; como si el hecho de comentar los árboles significara que no hemos sido capaces de ver el bosque.

Pero se equivocan (como será evidente para cualquiera que esté leyendo estas líneas, lectores, sin duda, aficionados al análisis y la creación). Como espectadores (o lectores, que al fin y al cabo es una función equivalentes) disfrutamos de la obra tal cual, sin prejuicios. Es después, al terminar, cuando la peli ya nos ha gustado (o no), cuando nos paramos a ver las causas de ese placer (o desagrado).

Como creadores, no debemos dejar que nuestra curiosidad por las estructuras y los intríngulis de las obras nos impida disfrutarlas. Si perdiéramos el placer, perderíamos también el interés. Dejaríamos de ser creadores para pasar a ser, no sé, científicos, meros observadores analíticos. Y la ciencia produce placer, sí, pero el arte no es ciencia. Del mismo modo que para escribir hay que sentarse a poner palabras una detrás de otra (y seguramente un poco de teoría al respecto nos pueda ayudar, puntualmente, a hacerlo), también debemos que disfrutar de la ficción tal cual, independientemente de que después, en las cervezas, destripemos a cada nombre que apareció en los créditos, exluyendo como mucho a los del catering.

También se obtienen ventajas personales con todo este proceso. Para empezar, el placer de una buena película se extiende más allá de su duración, abarcando todo el tiempo posterior en que paladeas sus detalles. Pero además, incluso a películas que no te gustan puedes encontrarles elementos de interés, con lo que al menos las dos horas no están perdidas del todo. Si eres de los que en IMDB sólo puntúa con ceros y dieces, piénsatelo: la ficción tiene muchas capas. «Matrix Reloaded« tenía unos efectos especiales de quitar el hipo, «Hellboy 2: The Golden Army« lucía un diseño de personajes capaz de despertar la imaginación de un ejército y «Lost in Translation« (bostezo)… bueno, no me acuerdo porque casi me duermo, pero algo bueno tendría. Son los primeros ejemplos que me vienen a la cabeza. Sin duda hay pelis aún peores con elementos aún mejores.

De lo que podría sacarse otra conclusión: no sólo hay que seguir a los grandes. No sólo hay que ver a Hitchcock y Welles y Kurosawa. También se pueden sacar ideas de los Wachowski, de Michael Bay o de Ed Wood, si somos capaces de ver lo bueno que cada uno tenga que ofrecer, sea poco o mucho. Y por supuesto, también se aprende mucho de los errores.

Si el que no se fija en esas cosas vota tu corto en Youtube con un cero, no te ofendas. Otro votará con 5 estrellas. Como espectadores, no dan para más (sin duda tendrán cosas buenas que ofrecer en otros campos). Nosotros en cambio, como aficionados a la ficción, contamos con más herramientas que usar cuando sean necesarias. El fontanero no disfruta menos que el adolescente del sexo en la ducha… si se quita el mono de trabajo y deja el equipo en la furgoneta. El autor carga con sus pertrechos todo el tiempo, porque los lleva en la cabeza (exceptuando bolígrafos y diccionarios, vale), pero no tiene que pensar todo el tiempo a través de ellos. Los talleres literarios deben servir precisamente para rellenar de herramientas ese cajón. Del escritor depende no lastrarse cargando con él a todas partes, sino dejarlo a mano para cuando necesite una o la otra. Por ejemplo, al salir del cine, cuando un amigo diga «yo no me fijo en esas cosas: a mí la peli me gusta o no me gusta», querrás tener a mano la llave inglesa para pegarle con ella en la cabeza.

Una historia dentro de una historia

En la sesión 10 parte II he comentado dos cortos de animación con una estructura muy interesante: «La Verdad al Desnudo«, de la serie Las Supernenas, y «Tengo una historia para ti«, del DVD Batman, Guardían de Gotham. Estos cortos ilustran muchos de los temas que hemos tratado en el podcast: narración no cronológica; voz en off; narradores no fiables; múltiples narradores; etc.

Siguiendo con este tema, he subido a YouTube un fragmento de un capítulo de «Roma» que también resulta muy interesante a nivel creativo.

César ha muerto. Rodar la escena del funeral completa es demasiado costoso. ¿Solución que aportan los guionistas? Ruedan algunos planos de multitud llorosa y pira funeraria, y los complementan con esta escena. ¿Hemos perdido espectacularidad? Sin duda. Si los guionistas se hubieran limitado a contar (por ejemplo, a través de un personaje entusiasta) lo que no se podían permitir rodar, la escena habría resultado «barata» en todos los sentidos de la palabra. Pero, chicos listos, le dieron una vuelta de tuerca. ¿Qué se ha ganado a nivel historia?

El personaje no sólo cuenta lo que ha ocurrido. También lo interpreta. El espectador, gracias a su imaginación (de este importante concepto hablaremos muy pronto), puede vivir la escena igual o mejor que si la hubiese visto (porque su mente pondrá detalles de su propia cosecha, de lo que él considera que es digno o noble u ostentoso). El personaje, además, explica las reacciones de los asistentes: la devoción del pueblo por César, y por su actual sustituto Marco Antonio. Pero además, tanto él como sus oyentes comentan los hechos. En lugar de tener sólo una visión de la escena (la de devoción) también tenemos la opuesta (la de rechazo). Entre un bando y otro hay tensión, hay conflicto: hay una historia que contar.

¿No os parece una solución inteligente? Esto que es decir mucho, con economía de medios. ¿Qué opinais?

De compras:
Las Supernenas: Superfarsa y 10º Aniversario (ambas incluyen «La verdad al desnudo»)
Batman, Guardián de Gotham
Roma: temporadas uno y dos