Descanse en paz

Hoy ha fallecido mi AlphaSmart en acto de servicio. Parte de la pantalla ha dejado de funcionar. Todavía se puede usar, y de hecho he podido transferir al ordenador el trabajo del día, pero ya no es cómodo ni práctico usarlo. ¡Se aceptan donaciones!

El AlphaSmart, cacharrito del que os prometí hablar, es en pocas palabras una máquina de escribir portátil. Sus grandes ventajas son una pantalla visible a plena luz del día, una duración de las baterías de cientos de horas y un peso de apenas medio kilo, tres aspectos con los que ningún portátil puede competir. Puede almacenar hasta unas veinte o treinta mil palabras y transferir lo escrito a cualquier procesador de textos mediante cables USB. Su principal pega es el teclado americano, que no incluye eñe ni acentos, pero eso sí, es posible teclear como si el teclado fuera español y, aunque en tu pantalla veas caracteres extraños («As´i es Espa;a»), al transferirlo a tu ordenador español se leerá correctamente («Así es España»). Si os interesa, el nuevo modelo Neo 2 se puede comprar en la web oficial, pero yo recomendaría un modelo antiguo como el 3000 que se pueden encontrar baratísimos en eBay (¡el mío creo que costó unos 23 euros!).

Esto me deja a diez mil palabras de acabar el nano. Menos mal que puedo coger otro AlphaSmart prestado para no perder el ritmo, porque un 50% de mi novela la estoy escribiendo en el metro…

Y tú, ¿dónde y cuándo escribes?

Día 15

La protagonista de "Agua para elefantes" nos da una clase de inglés

¡Llegamos al ecuador! ¿Habéis alcanzado las veinticinco mil palabras? ¡No os deis por vencidos! A veces piensa uno, ¿para qué tanta molestia, si me está saliendo un churro?

No seais duros con vosotros mismos, para eso existe NaNoEdMo, el mes en que dedicaremos 50 horas a editar nuestro nano.

Y ¿sabéis lo mejor? Quizá acabéis descubriendo que no es un churro. Al menos eso han debido de pensar los fans de «Agua para elefantes», que ha vendido cientos de miles de copias, ha ganado varios premios y se ha adaptado al cine este año con bastante éxito de taquilla. Su autora, Sara Gruen, ya tenía dos libros en la calle, pero fue este tercero, que arrancó como un nano, el que le ha dado fama internacional y se ha traducido a más de cuarenta idiomas. Con su siguiente novela, publicada el año pasado, repitió la experiencia de noviembre.

Por poner un ejemplo más cercano, me consta que el cacereño Fernando Alcalá Suárez, que acaba de sacar a la calle su segunda novela juvenil «Tormenta de verano«, ha venido participando año tras año. A estas alturas ya va por las treinta mil palabras, ¡y es que es todo un profesional del nano!

Yo estoy ahora mismo sobre las veintiocho mil. ¿Cómo vas tú?

Día 11

Hoy, 11 del 11 del 11 hay quien se ha propuesto escribir durante 11 horas, o escribir 11.111 palabras, o comerse 11 uvas a las 11 de la noche como en una nochevieja descafeinada (esto me lo acabo de inventar, pero alguien habrá que lo haya hecho, todavía estáis a tiempo en Canarias y América cuando escribo esto). Otros hemos seguido con nuestra vida como si tal cosa, que no es poco.

Si observais la esquina superior izquierda, finalmente sí que me he animado a escribir el nano. Ya mencioné en los comentarios de la última entrada que tenía un relato entre manos. A última hora se me ocurrió que el final que tenía previsto podía ser tan solo un punto de giro y la historia podía seguir a partir de ahí. Ayer escribí ese punto de giro y ahora estoy un poco perdido, pero todavía sigo por encima del mínimo de palabras diario (podéis ver un contador actualizado), a ver qué pasa después. Soy capaz de llevar el ritmo gracias a mi AlphaSmart, un aparato del que os tengo que hablar más extensamente porque vale su (poco) peso en platino recauchutado.

La novela lleva el título provisional de Telescopia, mezcla romance, fantasía y thriller y espero que un día no muy lejano alcance a convertirse en novela terminada, casi tengo la certeza de que no se quedará en proyecto a medio hacer. Además, me encantaría que se rodara la primera parte como corto. Estoy utilizando una técnica narrativa que no había usado nunca, cercana al flujo de conciencia, aplicando cono mayor o menor fortuna recursos aprendidos de Javier Marías y José Saramago (seguramente entre otros). Tiene prácticamente solo dos personajes, recorre media Europa y cambia las reglas del juego al menos un par de veces a lo largo de su recorrido, ya veremos si más.

Quienes estéis también haciendo el nanowrimo no dudéis en escribirme para presentaros si no os conozco ya y agregarme como «writing buddy«. Pero lo más importante: ¿tú, qué estás escribiendo?

Nanowrimo sí o nanowrimo no

Os tengo abandonados, lo sé, no creías que no me pesa la conciencia. Pero es que tampoco me pincháis, puñetas. Dejad de felicitar tanto y preguntad más. Los halagos me apoltronan, las preguntas me tiran de la lengua.

Hoy me ha tirado de la lengua, sin pretenderlo, una entrada de la amiga Marina en su blog Más sobre los lunes. Que se acerca el nano y la mujer no sabe qué hacer con su vida:

[…] estaba tan triste que pensaba: es un buen momento para escribir una novela. Me salvará de la ola de pena del otoño. Total: escribo post de mil palabras con relativa facilidad. Con escribir el doble al día podría completar las cincuenta mil. Dejo de nadar, dejo de publicar aquí a diario y ya sacaría el tiempo suficiente. No voy a dejar de escalar, que quede claro: antes no duermo.

Mola más leer el post completo. Yo no me he podido contener y he tenido que responderle. He pensado que quizá esas reflexiones también os puedan ser útiles a alguno de vosotros, y quizá animaros a que os tiréis a la piscina. ¡Feliz noviembre!

Yo he dejado de leerte desde que escribes todos los días. La vida no me da pa tanto blog. Hoy he visto que tenía 16 entradas pendientes tuyas y he estado a punto de borrarte de mi Google Reader (total, las entradas bonitas ya las comparten puntualmente mis amigas). Te has librado porque has escrito sobre el Nano. Resumiendo, que si dejas de escribir todos los días, yo tan feliz. Prefiero leerte destilada a ahogarme y no leerte.

Yo solo hice el nano un año, y abrí un blog aparte, privado y por invitación, donde subía un capítulo cada día o dos para que los amigos leyeran y comentaran. Eso me animaba a escribir, porque no lo hacía solo para mí, tenía un público entusiasta que pedía más, que quería saber cómo seguía la historia. Aunque mi determinación flaqueara, no podía dejarles tirado. Ni que decir tiene que llegué puntualmente a las cincuenta mil palabras (concretamente, todavía lo recuerdo, acabé en 51.111).

Los blogs pasan, las novelas quedan. Poco a poco he ido puliendo aquel nano y lo tengo presentado a un certamen. No creo que gane, porque por mucho que lo he pulido, la estructura sigue siendo un poco regulera. Pero lo que yo he aprendido, eso no me lo quita nadie. Y la novela terminada, tampoco.

Pero ante todo: escribe lo que te apetezca.

 

Amazon.es

Tras largas esperas, hoy se estrena Amazon.es, y nuestro Taller Literario ha sido el primero en subirse al carro de su programa de afiliados. Haciendo tus compras a través de nuestros enlaces, estarás colaborando al mantenimiento de la web. En los próximos días actualizaré la web con diversos enlaces que puedan ser de vuestro interés. ¡Gracias por colaborar!


Primeras traducciones

Mi labor profesional y mis denuedos literarios han estado casi siempre alejados, pero parece que ambos caminos cada vez se acercan más. Desde hace unos meses, se han cruzado en un nuevo puesto como traductor, una tarea con la que he jugado desde hace tiempo (por ejemplo con Dork Tower) pero con la que nunca me había ganado la vida. Ahora traduzco ocho horas al día y es fácil ver cómo este aprendizaje me sirve también de entrenamiento como escritor.

Leí una vez a Javier Marías comentar que traducir es, para un escritor, todo un lujo. Venía a decir que poder escribir a Shakespeare o a Joyce en tu lengua es el mejor ejercicio de escritura imaginable. Te da el mapa de una historia frase a frase, y tú tienes que encontrar la forma de expresarla en tus palabras. ¿No es eso a veces lo que nos pasa? Tenemos la idea y no sabemos volcarla sobre el papel.  Aquí dice Marías:

A mí no me parece que haya tanta diferencia entre traducir y escribir. Evidentemente hay un grado de libertad menor en la traducción, pero hay siempre una cierta libertad; y lo que es el trabajo definitivo, el trabajo sobre la prosa que va a producir el resultado final, para mí es el mismo. El traductor tiene muchas inseguridades, pero tiene la seguridad de contar con un texto original que no tiene que inventar, al cual ha de ceñirse lo más posible. Al escritor, en cambio, le puede fallar su propia invención; puede encontrarse muy desorientado, tener que hacer una pausa y esperar unos días. La del traductor es una tarea que se puede comparar con la del intérprete musical: tiene muchas dificultades a la hora de interpretar una pieza, pero siempre tiene la partitura, sabe que la partitura no va a desaparecer.

Al traducir videojuegos, me enfrento a diario a infinidad de personajes cuyas voces requieren diversos registros; a descripciones que deben ser al mismo tiempo precisas y evocadoras; a textos técnicos y literarios por igual. Y estoy seguro de que este malabarismo verbal que hago a diario en la cabeza entrenará músculos que me serán muy útiles cuando llegue el momento de contar mis propias historias.

Mi primera experiencia ha sido en Xenoblade Chronicles para la Nintendo Wii, que sale al mercado europeo esta semana. Si te acabas el juego (lo que puede llevarte más de cien horas) y te quedas a ver los créditos, verás que mi nombre no aparece entre los traductores sino entre los testers, ya que no cambié de departamento hasta que el proyecto estaba ya muy avanzado. De ahí que mi posible influencia sobre los textos finales haya sido muy pequeña (además de que ha sido un equipo de trabajo especialmente grande ¡y competente!). Mi experiencia personal, en cambio, no ha sido tan pequeña, y me ha servido para coger con fuerza el proyecto actual, del que ya os hablaré más adelante. Por el momento, que no os sorprenda si me veis hablando de traducción de vez en cuando.

Me han sampleado

Hoy, curiosidades de internet. Los más viejos del lugar recordarán que, allá por los inicios del taller, grabé el relato «La Sirena» de Ray Bradbury como suplemento a la tercera sesión. Pues bien, un oyente de México DF que firma su Myspace como Ding Ding ha realizado un tema de ambient electrónico con samples de aquella grabación:

      Líneas férreas

Allá afuera en el agua helada, lejos de la costa, esperábamos todas las noches la llegada de la niebla, y la niebla llegaba, y aceitábamos la maquinaria de bronce, y encendíamos los faros de niebla en lo alto de la torre. […] que miraba los barcos solitarios. […] que miraba los barcos solitarios. […] que miraba los barcos solitarios. […] -¿En qué piensa usted, McDunn, cuando lo dejo solo? -En los misterios del mar. […] -Los misterios del mar -dijo McDunn pensativamente-. ¿Pensaste alguna vez que el mar es como un enorme copo de nieve? Se mueve y crece con mil formas y colores, siempre distintos.