Formato de párrafo

Sergio Mora hace un «2 x 1» de consultas. Las hoy van de formato (y aún queda una pendiente):

Mi pregunta va enfocada más a la forma que al contenido. ¿Son estas dos estructuras correctas? Si es así, ¿se recomienda usar alguna en especial?

 1. Sangría y un único salto de línea:

(Sangría) Pedro se sentó frente a mi, cogió el cigarro que tenía en la oreja y lo encendió. Cuando se aburrió salió del salón.
(Sangría) El salón era amplio, si para medirlo utilizáramos elefantes, cabrían quince o dieciséis.

2. Sin sangría, y en el punto y aparte usar dos saltos de línea:

Pedro se sentó frente a mi, cogió el cigarro que tenía en la oreja y lo encendió. Cuando se aburrió salió del salón.

El salón era amplio, si para medirlo utilizáramos elefantes, cabrían quince o dieciséis.

El formato es un aspecto muy importante de la presentación. Un mal formato puede causar mala impresión a un posible editor o agente (o a un jurado). En narrativa el formato suele ser bastante sencillo, pero por ejemplo el guión cinematográfico utiliza numerosas convenciones: existen libros enteros escritos al respecto (una simple búsqueda en Google os llevará a numerosos blogs que tratan este tema).

Además, el formato varía entre distintos idiomas. Por ejemplo, en español usamos el guión para marcar los diálogos, pero en inglés se utilizan las comillas.

Basta abrir cualquier libro de tu estantería para ver que lo habitual es usar la opción 1: con sangría y un único salto de línea. Ante cualquier duda de formato, recurrid siempre a materiales publicados de la misma índole y seguid las pautas de formato que veáis allí.

A menudo, las dudas surgen porque los libros que compramos suelen tener un tamaño A5 o inferior, mientras que cuando imprimimos algo para enviarlo a un certamen, editorial, etc., solemos hacerlo en formato A4. Cuanto más grande es la página, más necesario se hace «darle aire» al texto para que no aparezca recargado o agobie a la vista. Así, en formato A4 se utiliza a veces la opción 2, pero yo recomendaría «darle aire» al texto de otras formas: con márgenes amplios, doble interlineado, etc. El doble salto de línea se puede reservar para separar bloques mayores (fin de una escena, saltos en el tiempo, etc.).

De hecho, Sergio me hacía otra consulta al respecto:

Cuando en los certámenes literarios dicen que los relatos deben tener X páginas, ¿cómo sé el tipo de letra, tamaño y demás? Supongo que habrá alguna norma no escrita y establecida, ¿no?

Cada vez es más habitual especificar el número de palabras y no el de páginas (ahora que los procesadores de texto permiten hacer el cómputo rápidamente), y los certámenes que hacen referencia al número de páginas suelen especificar el formato. Lo habitual es tamaño de letra 12, Arial o Times New Roman, doble interlineado y márgenes (superior, inferior y laterales) alrededor de 3,5 cm (un poco más si la encuadernación lo requiere). En caso de duda, consulta las bases o ponte en contacto con la organización.

Pero sin duda lo más importante del formato es que, elijas el que elijas, debes utilizar de manera coherente a lo largo de todo el relato. No

Los círculos literarios

José Manuel Martínez Lechad me envió hace tiempo una cita de Para ser novelista, de John Gardner. ¿Qué opináis?

Sin duda es cierto que lo que salva al escritor la mitad de las veces es la locura que reina en su corrillo. Parte de quienes lo componen son necios: jóvenes inocentes que todavía no han pasado por la experiencia de valorar ninguna otra cosa que no sea escribir, y fanáticos que, tras haber sopesado otras posibilidades, han llegado a la conclusión de que escribir es lo único que merece la pena hacer con el cerebro. Otros son escritores natos: gente que valora otras actividades pero que no tiene deseos de hacer otra cosa que no sea escribir. (A la pregunta de por qué escribía ficción, Flannery O’Connor respondió: «Porque lo hago bien.») En todo grupo de escritores hay algunos que están por esnobismo: escribir o simplemente tratarse con quienes escriben les hace sentirse superiores; otros están (a pesar de su tal vez escaso talento) porque creen que ser escritor es romántico. Sean cuales fueren las razones o razonamientos de cada uno de estos subgrupos, juntos forman un grupo que ayuda al joven escritor a olvidar sus dudas. Independientemente de la calidad del profesor, el joven escritor puede estar seguro de que todos los anteriormente mencionados, por no hablar de esos tres o cuatro químicos que asisten por gusto a las lecturas, prestarán mucha atención a lo que haga. El joven escritor escribe, se siente inseguro respecto a lo que ha hecho y recibe elogios o, como mínimo, críticas constructivas –o incluso destructivas, pero de gente que, al menos en apariencia, tiene el mismo interés en escribir que él–.

Consultas imposibles

Bueno, ya casi he respondido a casi todas las consultas pendientes, ¡no ha sido tan difícil! Solo me quedan dos de Sergio Mora y una de Joanita y me habré puesto al día. Si tú que me estás leyendo me escribiste en el pasado y no has recibido respuesta, vuelve a escribirme porque se ha debido de perder tu correo.

Hay consultas, sin embargo, a las que me es imposible responder. Hay quien me pide consejo sobre cómo comenzar a escribir. Bueno, ¡es que de eso va el taller entero! Ahí están todo el blog y todo el podcast, ¡si no hablo de otra cosa! ¿Qué os puedo decir en unos párrafos que no os haya dicho ya?

Otras consultas hacen referencia a temas que ya se han tratado. Si os habéis fijado, al responder a muchas de las consultas recientes he podido enlazar antiguas entradas o sesiones del podcast que trataran esos temas. Suelo tener la sensación de que no debería hacer falta repetir las cosas, pero quizá sea una actitud demasiado orgullosa por mi parte. Después de todo, este taller ya abarca muchas horas de audio y muchas entradas de blog, ¡no puedo pretender que todos los oyentes y lectores estén familiarizados con todo ese material! Además, a veces no está de más repasar, sobre todo si es desde un nuevo ángulo. ¡En parte por eso me he lanzado en esta campaña de responder viejas consultas!

Silvana me pide consejo para escribir «notas de negocios, que es a lo que me dedico por mi profesión. Tengo muchos errores y mi escritura es muy rígida. ¿Qué me recomendarías como ejercicio para desarrollar una escritura más creativa y suelta, que incorpore metáforas y anécdotas?» Es un ejemplo de las consultas que caen fuera del marco de este taller, que ya dijimos desde la primera sesión del podcast que está orientado a contar historias. ¿Qué te puedo decir? Para evitar errores, lee mucho, repasa siempre lo que escribes antes de publicarlo y pásale el corrector ortográfico, fijándote en los errores cometidos para que no te ocurran en el futuro. Y para ser más creativo lo único que hace falta es pararse a pensar: ¿qué historias conozco relacionadas con este tema? ¿A qué se parece esto que estoy describiendo? ¿Qué pasaría si escribiera esto desde otro punto de vista? Aprende también de los maestros: ¿conoces a alguien que trate tus mismos temas y cuyo estilo te guste? ¿Qué trucos utiliza?

Por último, hay consultas que dan para talleres enteros. Alicia me pide un podcast dedicado a la escritura de videojuegos (un tema muy interesante, porque no existe mucho material al respecto). Sergio Mora (de quien, como he dicho arriba, tengo un par de consultas pendientes a las que responderé otro día) querría que me centrara en el cuento, en el relato corto (aunque la mayoría de lo que hemos dicho sobre narrativa se puede aplicar a textos de cualquier extensión). Paco Gázquez quiere saber más sobre el guión cinematográfico (de esto sí existe mucho material publicado). Por supuesto, estas peticiones son más que bienvenidas, pero no es de extrañar que hayan quedado aparcadas todo este tiempo.

Con este listado no pretendo regañar a nadie por preguntar, que siempre es muy sano, sino más bien excusarme por haber dejado las preguntas aparcadas tanto tiempo, aunque fuera para decir esto: que uno tiene sus limitaciones y a veces no tiene mucho que decir respecto al tema en cuestión. ¡Pero seguid preguntando! ¡No os cortéis!

¿Qué es el plagio?

Gisela Campos, desde México, pregunta:

Sé que cuando se copian ideas, se comete un plagio.

Mi duda es, si por accidente el tema que uno ha desarrollado ya lo ha escrito alguien más, ¿es considerado plagio? Si es así, ¿cómo saber si uno se está metiendo en problemas sin darse cuenta?

Libros hay millones, ¿cómo saber que traen todos?

Este tema ya ha surgido en un par de ocasiones (se planteó una vez este debate, y también surgió el tema en los comentarios a esta entrada), pero creo que nunca lo hemos tratado en profundidad.

La Real Academia define la acción de plagiar como:

Copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias.

La definición está muy clara, pero tiene un punto muy ambiguo: «en lo sustancial». En un caso como el que propone Gisela, podrían darse coincidencias de temas, de situaciones o de personajes. Por ejemplo, podrías escribir una novela sobre vampiros de color celeste que viven en la cara oculta de la luna y a lo mejor da la repajolera casualidad de que alguien ha escrito una novela con la misma premisa (¡que ya es coincidencia, oiga!). Pero lo más probable es que no haya muchas coincidencias más y las historias de esos vampiros sean fundamentalmente distintas.

Cada género tiene sus convenciones y, así, en muchas novelas del mismo género van a darse situaciones muy similares: todas las novelas románticas tendrán escenas de cama, las novelas de abogados tendrán grandes discursos y las de gángsters, algún tiroteo. Si el sexo o el discurso o el tiroteo están bien escritos, serán únicos y especiales, y si están escritos sin imaginación, serán rutinarios y aburridos, pero no por esos sus autores van a ser acusados de plagio.

Los casos más famosos de plagio estaban claros y eran muy extremos. Copio lo que dice Wikipedia sobre el famoso caso de Ana Rosa Quintana:

En el año 2000 se produjo su polémico debut como escritora, con la novela Sabor a hiel […]. El libro se convirtió rápidamente en un éxito, con más de 100.000 copias vendidas […]. Sin embargo, poco después de su salida al mercado, se descubrió que algunos párrafos de la novela habían sido copiados de la obra Álbum de familia de Danielle Steel. Inicialmente, Quintana lo atribuyó a un error informático, y, mientras la Editorial Planeta preparaba una segunda edición corregida, la revista Interviú reveló la presencia de otros pasajes copiados, literalmente, de Mujeres de ojos grandes, obra de la autora mexicana Ángeles Mastretta. Quintana, en un comunicado público, responsabilizó de lo sucedido a un estrecho colaborador, el periodista David Rojo (su excuñado) y, por su parte, Planeta retiró el libro del mercado.

Aquí estamos hablando de párrafos enteros. Eso sí es plagio.

La línea quizá sea delgada (si las similitudes son sumerosas), pero desde luego no corres peligro de cruzarla por accidente.

Inéditos y editoriales

Llegamos hoy a una vieja consulta de Alma, que nos escribe desde los Estados Unidos. Habitualmente os escribo para avisaros de que voy a responder a vuestra consulta, pero en el caso de Alma, ¡su correo ya no existe! ¿Tanto he tardado? Se me cae la cara de vergüenza.

En fin, aquí va la consulta, y espero que a Alma se le ocurra pasarse por aquí a leerla:

He firmado contrato con una editorial a quien contacté via e-mail. La elegí porque me parece seria y porque respondió antes que las demás, 4 o 5 a quienes también les envié mi novela. El contrato solo era para ePub, no para publicar en papel (no obstante, acepté, pues eso de estar esperando respuestas no me gusta). Mi editorial ya ha puesto mi novela en Amazon, entre otras tiendas «on line». Mi pregunta es si crees tú que encontraré una editorial a la que no le importe que mi manuscrito esté disponible en ePub, es decir, no sea inédito. La otra pregunta es que si sabes de alguna dispuesta a recibir un manuscrito en esta forma.

Ante todo, enhorabuena por esa publicación, y espero que tu novela esté teniendo buena acogida. Me temo que no tengo mucho que ofrecer como respuesta, lo que quizá sea un alivio, porque a estas alturas ya debes de haber encontrado tu propio camino en las procelosas aguas editoriales.

La respuesta, como en tantas ocasiones, varía caso por caso. Cada editorial tiene sus propias reglas a la hora de aceptar originales (si es que los aceptan: ya dijimos que muchas editoriales no aceptan originales si no les llegan a través de un agente). Algunas no querrán que el original se haya publicado en ningún formato, ni siquiera electrónico. Otras simplemente exigirán la exclusiva impresa. De hecho, está volviendo cada vez más común que las editoriales «tradicionales» (a las que entiendo que te refieres en las últimas frases de tu consulta) busquen nuevos talentos que ya han tenido éxito en formato electrónico para dar juntos el salto al papel, aunque hay que decir que es posible dar ese salto y salir perdiendo.

Alma, si estás leyendo esto, te invito a repasar esta entrada del blog (y a seguir los enlaces que en ella se encuentran) para profundizar en el tema. Os invito también, a ti y a todos los que estéis trabajando con editoriales o autopublicando vuestras obras, a que compartáis vuestra experiencia en los comentarios.

(English) Making the leap

Disculpa, pero esta entrada está disponible sólo en English.

El niño al que se le murió el amigo

Ana María Matute (1925-2014)

Una mañana se levantó y fue a buscar al amigo, al otro lado de la valla. Pero el amigo no estaba, y, cuando volvió, le dijo la madre:

-El amigo se murió.

-Niño, no pienses más en él y busca otros para jugar.

El niño se sentó en el quicio de la puerta, con la cara entre las manos y los codos en las rodillas. «Él volverá», pensó. Porque no podía ser que allí estuviesen las canicas, el camión y la pistola de hojalata, y el reloj aquel que ya no andaba, y el amigo no viniese a buscarlos. Vino la noche, con una estrella muy grande, y el niño no quería entrar a cenar.

-Entra, niño, que llega el frío -dijo la madre.

Pero, en lugar de entrar, el niño se levantó del quicio y se fue en busca del amigo, con las canicas, el camión, la pistola de hojalata y el reloj que no andaba. Al llegar a la cerca, la voz del amigo no le llamó, ni le oyó en el árbol, ni en el pozo. Pasó buscándole toda la noche. Y fue una larga noche casi blanca, que le llenó de polvo el traje y los zapatos. Cuando llegó el sol, el niño, que tenía sueño y sed, estiró los brazos y pensó: «Qué tontos y pequeños son esos juguetes. Y ese reloj que no anda, no sirve para nada». Lo tiró todo al pozo, y volvió a la casa, con mucha hambre. La madre le abrió la puerta, y dijo: «Cuánto ha crecido este niño, Dios mío, cuánto ha crecido». Y le compró un traje de hombre, porque el que llevaba le venía muy corto.

Ana María Matute, Los niños tontos (1956)