Tenía preparado otro asunto para hoy, pero la actualidad manda. Anoche me fui triste a la cama tras leer la noticia del fallecimiento de Satoshi Kon. Curiosamente, su aparición en el taller esta semana hilvana muy bien con las de Alan Moore y David Lynch (a menudo se le compara con este último), aunque en este caso los motivos sean tan tristes. Nos lo ha arrebatado un cáncer de páncreas cuando sólo contaba 46 años de edad.
Los fans del anime conocerán sin duda sus obras, que abarcan el guión de «Magnetic Rose» (el primer fragmento de la conocida Memories) así como los largometrajes Perfect Blue, Millennium Actress, Tokyo Godfathers y Paprika, cada uno de ellos una obra maestra. Para redondear, creó también la serie «Paranoia Agent«, de la que hace años escribí una crítica totalmente positiva y que sigue siendo seguramente mi serie de animación favorita.
Como en tanta ficción japonesa, sus obras no estaban tan orientadas a contar una historia como a generar emociones, pero Kon fue un maestro en llevar ambas tareas varios pasos más allá, con premisas sencillas y desarrollos tremendamente originales. La frase más repetida del día es una gran verdad:
No es que sin Satoshi Kon el anime nunca vaya a ser lo mismo. Es que ahora seguramente siempre será lo mismo.
Tuve el placer de asistir a la rueda de prensa en la que presentó Paprika en Sitges 2006, donde anunció que esa sería su última película sobre el subconsciente y que a continuación abriría un nuevo ciclo en su carrera. Por desgracia nunca sabremos lo que su genial cabeza habría llegado a idear. Como mucho, llegaremos a ver terminada la película en la que trabajaba actualmente, The Dream Machine (en la imagen), protagonizada exclusivamente por robots y orientada al parecer al público infantil.
Hoy más que nunca, os invito a que sigais los enlaces y os hagais con alguna de sus obras, que seguro os van a sorprender.
Vaya, pues con tu artículo, acabo de descubrir que el director de esas películas, y de Paranoia Agent, serie que adoro, es el mismo! No lo sabía y me encantan todas. Conocía su obra y no su persona. Menuda mente era Satoshi! Grande!
Llevo todo el día supertriste, me encantaba todo lo que hacía este hombre…