El gran cuaderno

Ágota Kristóf escribió en 1986 «Le Grand Cahier» (El gran cuaderno), una novela que, curiosamente, contiene entre sus páginas una descripción de su propio estilo.

La novela está ambientada en una guerra sin nombre y cuenta la historia de dos hermanos gemelos cuya madre los manda a vivir con su abuela para alejarlos del peligro. Los hermanos tienen que adaptarse a una vida más dura de lo acostumbrado, pero demuestran iniciativa adquiriendo un cuaderno y lápices y enseñándose a sí mismos ortografía, artimética y, lo que nos interesa a nosotros, redacción. Escriben sobre sus experiencias (las tareas del campo, el militar que ocupa una de las habitaciones…) y se corrigen el uno al otro.

Para decidir si está Bien o Mal usamos una regla muy simple: la redacción tiene que ser cierta. Debemos describir lo que hay, lo que vemos, lo que oímos, lo que hacemos.

Por ejemplo, está prohibido escribir «Abuela es como una bruja»; pero podemos escribir «La gente llama a Abuela «la Bruja»«.

Está prohibido escribir «El Pueblo es bonito», porque El Pueblo puede ser bonito para nosotros y feo para otra persona.

Del mismo modo, si escribimos «El ordenanza es amable» no estamos escribiendo una verdad, porque el ordenanza podría ser capaz de cosas terribles de las que nosotros nada sabemos. Por eso escribimos simplemente «El ordenanza nos ha dado mantas».

Escribimos «Comemos muchas nueces» y no «Adoramos las nueces», porque la palabra «adorar» no es fiable, carece de precisión y objetividad. «Adorar las nueces» y «adorar a Madre» no significan lo mismo. La primera expresión designa un sabor agradable en la boca, la segunda, un sentimiento. Las palabras que describen sentimientos son imprecisas. Es mejor evitarlas y ceñirse a la descripción de objetos, personas y uno mismo, es decir, a la descripción fiel de los hechos.

Ágota Kristóf, «Le Grand Cahier» (El gran cuaderno)

Relatos en Psiqueactiva

El pasado verano informábamos del nacimiento de la revista online Psiqueactiva, y este reciente diciembre ha visto la publicación de su segundo número.

Los editores han tenido a bien incluir en él un par de los microrrelatos que les envié, pequeñas cositas que había escrito en talleres hace años y a las que me apetecía dar salida. Hay que reconocer que han escogido los más estrambóticos de los que les mandaba. El principio del primero quizá os resulte familiar, ya que se inspira en una frase propuesta hace años en un conocido concurso de Escuela de Escritores y la Cadena Ser.

Espero que os gusten.

Múltiples narradores

La consulta de hoy nos llega desde Monterrey, Nuevo León, México o sería más correcto decir que nos llegó, ya que lleva algún tiempo en la cola, ¡mis disculpas!

Estoy trabajando en un grupo de novelas en las que en cada libro manejo a dos personajes principales. Suman un total de diez personajes principales en toda la saga, pero solo dos por libro. Se entiende que nos enfrentamos a narraciones muy distintas, ya que cada personaje tiene su personalidad, además la mitad son mujeres.

Para no confundir al lector dedico un capítulo a cada personaje de manera alternada. También me aseguro de especificar justo después del título quién es quien narra esta porción de la historia. Soy consciente de que este tipo de narración no es común. La principal razón de que la historia se cuete de esta manera es que busco que el lector se identifique mas estrechamente con el personaje y a la vez conozca de la historia únicamente lo que el personaje ve.

¿Qué me recomendarías? Busco presentar algo novedoso, pero no por hacer algo novedoso quiero que los lectores se molesten con la narración y decidan abandonar el libro. ¿Sería bueno aventurarme con este experimento o debería remitirme a un método de narración más tradicional?

Estimado oyente (¡cómo me gusta decirlo!), la técnica no es novedosa, y mucho menos impopular. La saga «Canción de Hielo y Fuego» maneja no a dos, sino a decenas de personajes con la misma técnica que tú estás describiendo y lleva vendidos más de 15 millones de ejemplares.

Cualquier técnica es buena si está bien usada. Tus lectores no abandonarán el libro por la técnica, lo harán si se aburren. Cambiar de personajes puede aportar muchas cosas:  presentar diversos ángulos de los acontecimientos, incrementar el número de subtramas, limitar la información que personaje y lector reciben aumentando así la intriga… También puede generar problemas si no se hace bien y se cae en errores como repetir cosas ya sabidas, confundir al lector por falta de claridad o desequilibrar el nivel de interés de una historia con respecto a otra, haciendo que el lector esté deseando que un capítulo acabe para poder volver a la trama que le interesa.

Es tu tarea como autor cuidar estos detalles, pero sobre todo y antes de eso, decidir si la técnica hace al libro más interesante o menos.

Día 11

Hoy, 11 del 11 del 11 hay quien se ha propuesto escribir durante 11 horas, o escribir 11.111 palabras, o comerse 11 uvas a las 11 de la noche como en una nochevieja descafeinada (esto me lo acabo de inventar, pero alguien habrá que lo haya hecho, todavía estáis a tiempo en Canarias y América cuando escribo esto). Otros hemos seguido con nuestra vida como si tal cosa, que no es poco.

Si observais la esquina superior izquierda, finalmente sí que me he animado a escribir el nano. Ya mencioné en los comentarios de la última entrada que tenía un relato entre manos. A última hora se me ocurrió que el final que tenía previsto podía ser tan solo un punto de giro y la historia podía seguir a partir de ahí. Ayer escribí ese punto de giro y ahora estoy un poco perdido, pero todavía sigo por encima del mínimo de palabras diario (podéis ver un contador actualizado), a ver qué pasa después. Soy capaz de llevar el ritmo gracias a mi AlphaSmart, un aparato del que os tengo que hablar más extensamente porque vale su (poco) peso en platino recauchutado.

La novela lleva el título provisional de Telescopia, mezcla romance, fantasía y thriller y espero que un día no muy lejano alcance a convertirse en novela terminada, casi tengo la certeza de que no se quedará en proyecto a medio hacer. Además, me encantaría que se rodara la primera parte como corto. Estoy utilizando una técnica narrativa que no había usado nunca, cercana al flujo de conciencia, aplicando cono mayor o menor fortuna recursos aprendidos de Javier Marías y José Saramago (seguramente entre otros). Tiene prácticamente solo dos personajes, recorre media Europa y cambia las reglas del juego al menos un par de veces a lo largo de su recorrido, ya veremos si más.

Quienes estéis también haciendo el nanowrimo no dudéis en escribirme para presentaros si no os conozco ya y agregarme como «writing buddy«. Pero lo más importante: ¿tú, qué estás escribiendo?

50 novelas para estudiantes de arte

Entre los artistas inquietos que aquí nos reunimos no solo hay gente de letras. Para aquellos de vosotros con inclinaciones pictóricas, aquí os traigo esta lista de «las 50 mejores novelas para estudiantes de arte«, discutible como toda lista pero llena de pequeñas joyas, muchas de ellas poco conocidas, y todas plagadas de pintores con la excepción a modo de invitados especiales de un dúo de creadores de cómics y un arquitecto. Hay historia y ficción, negocio e introspección. Explorad, y a ver qué me recomendáis. ¿Echáis algún título en falta?

 

Fijarse un estándar literario

En la Islandia de hace un siglo, una anciana le dicta una carta Álfgrímur.

Componer aquel documento habría de convertirse en una tarea titánica. La mujer era tan fastidiosa al elegir las palabras que me hacía tacharlo todo tan pronto como lo había escrito.

– Tira ese desastre a la basura -solía decir.

Y las pocas líneas a duras penas que habíamos compuesto quedaban relegadas al olvido. Así durante días y días. Nunca conseguimos ser suficientemente meticulosos al expresar el tipo de sobras con las que debe alimentarse a un becerro. Al anochecer estábamos tan agotados que solo nos faltaba entrar en coma; y entonces rompíamos el resultado del día entero. La mujer debía ser descendiente de Snorri Sturluson. Algo es seguro, y es que nunca nos desviábamos del modelo más estricto de la prosa islandesa. Incluso hoy día, cuando escribo algo, aún me viene a la mente esta mujer. Nunca se dio cuenta, la pobre, de que uno puede fijarse un estándar literario tan alto que se vuelve imposible emitir palabra o gruñido alguno más allá de, como mucho, un A-a-a. Estas sesiones de escritura acababan a menudo con la mujer teniendo uno de sus ataques. Yo salía del cuartucho, derrotado, con la pluma y los papeles, y cerraba la puerta.

de «El concierto de los peces«, del premio Nobel islandés Hálldor Laxness

Diálogos masivos

Sebastián León nos envía una larga consulta que resumo a continuación:

Estoy escribiendo una novela de fantasía donde el personaje principal es encontrado por un grupo de aventureros. Este grupo consta de seis personajes, de los cuales hay dos que son más pasivos y los otros más activos, acaparando un poco la atención. Para más “remate” introduje otro personaje más, que también resalta un poco en su protagonismo pero luego desaparecerá.

He trabajado bastante en el aspecto psicológico de los personajes, pero mi dilema radica en que los diálogos ralentizan el desarrollo y el ritmo de la narración. Describo bastante los lugares y los hechos que ocurren para que la imaginación fluya más fácil para el lector, pero voy poco a poco para no ahogar ni aturdirlo, para no perder el hilo de la historia. ¿Como puedo insertar los diálogos sin entorpecer el desarrollo de la historia y aportando al desarrollo de la misma?

Dragonlance Meeting
¿Que has dicho que le toca hablar a quién?

Empecemos por lo básico: prescinde de los elementos que sean superfluos a la historia. Confía en la imaginación de tu lector y da los detalles necesarios para comprender la escena sin ornamentar las descripciones (ni las acciones) en exceso.

Los diálogos no deben ralentizar la narración, sino que deben formar parte de ella: las palabras de tus personajes también están contando la historia. Los diálogos no deben limitarse a «mostrar la personalidad», sino que también:

  • dan información de contexto o trasfondo sobre los personajes, el mundo o la trama;
  • muestran u ocultan intenciones;
  • y, lo más importante, ejercen influencias sobre otros personajes.

Por todo esto, quizá no todos los personajes necesiten hablar. Quienes no tengan nada interesante que aportar a la trama estarán ahí haciendo número, pero no les oiremos hablar. Una línea narrativa como «Los demás se pasaron la noche bebiendo y hablando de mujeres» será suficiente.

Para darle voz a los personajes tímidos o poco habladores, recuerda dividir tu historia en escenas:

  • En las escenas de grupo no abrirán la boca (con lo cual estás mostrando su personalidad y ahorrando espacio al mismo tiempo), pero quizá la voz narradora se fije en cómo enarcan una ceja o se muerden la lengua, mostrando así al lector su opinión sobre el asunto discutido, aunque se la callen.
  • Pero luego, por la noche, mientras todos duermen, tu personaje tímido podría estar de guardia y mostrarse más dispuesto a abrir su corazón a un compañero, de manera más íntima.
  • También tendrá que hablar en determinadas escenas si es capturado y torturado, o si se enamora, o en cien mil otras situaciones que se te puedan ocurrir.

Espero que estas pistas te ayuden a avanzar con tu trama. ¡Mucha suerte!